ANÁLISIS

'Bobbies' y soldados

Expertos en seguridad advirtieron al Gobierno de Cameron del efecto dañino que sus recortes podían acarrear en la lucha antiterrorista

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ROSA MASSAGUÉ

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El Ejército patrullando por la calles en el Reino Unido era cosa del pasado noirlandés. Décadas atrás era habitual encontrar soldados con toda la parafernalia militar encima y el fusil bien engrasado vigilando las calles de Belfast o de Londonderry. Formaban parte de un paisaje de confrontación. Pero aquello era otra guerra que acabó, como tantas otras, con el fin de la violencia, pero sin alcanzar a las murallas mentales. Ahora Theresa May ha vuelto a poner a soldados en las calles, pero esta vez son las de Londres y seguirán en las grandes ciudades británicas. De lo que se trata ahora es de proteger a los ciudadanos del acoso asesino del terrorismo islamista como el que golpeó en Manchester. En algunos países –Francia, por ejemplo, donde el Ejército vigila en las calles tras los varios atentados registrados en aquel país–, la presencia militar permite dar a la ciudadanía un sentido de seguridad que no se discute. ¿Tendrá el mismo efecto en el Reino Unido?      

La presencia militar haciendo trabajos de policía es insólita en un país que, junto al ‘bobby’ que hasta hace cuatro días patrullaba solo y desarmado en la calle, dispone de unos eficaces servicios policiales y de inteligencia que, como corresponde, operan en la sombra. El trabajo de estos servicios ha permitido mantener el estado de alerta así como la detención en los últimos tiempos de una persona al día vinculada al terrorismo islamista. Pero estos mismos servicios no supieron ver el potencial criminal de Salman Abedi, identificado como el autor de la matanza del Manchester Arena y a quien tenían en su radar, pese a haber recibido varios avisos de su peligrosidad como se ha sabido ahora.

LOS EFECTOS DE LOS RECORTES

Sacando al Ejército de sus cuarteles en un momento de máxima tensión emocional en el país, Theresa May ha hecho una demostración de fuerza para acompañar la subida del nivel de amenaza de ‘severo’ a ‘crítico’, que es el más elevado en la escala de riesgo, pero esta exhibición de mando tiene otra cara. Son los recortes en la policía introducidos por el Gobierno conservador de David Cameron, en el que la actual primera ministra ocupaba la cartera de Interior. En su momento varios expertos en seguridad advirtieron al Gobierno del efecto dañino que dichas reducciones podían acarrear en la lucha antiterrorista. Las advertencias fueron hechas tras los atentados de noviembre del 2015 en París y, entre los puntos débiles que dichos expertos destacaban, estaba la dificultad de combatir un hipotético ataque fuera de la capital.

El momento del atentado y la reacción del Gobierno recurriendo al Ejército no se producen en unas circunstancias de normalidad y cotidianidad. El Reino Unido está en mitad de la campaña para las elecciones del próximo 8 de junio. ¿Votarán los británicos con un soldado con su fusil en ristre a la puerta del colegio electoral? Esta sería una gran victoria para el terrorismo, porque el triunfo del miedo implica un fracaso de la democracia que debe permitir a los ciudadanos vivir en seguridad.