Análisis

Beneficios de la competencia política

La pugna efectiva por los votos rinde mejoras sociales, especialmente para los más débiles

ANTÓN COSTAS

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En las semanas pasadas han aparecido dos señales de cambio en la orientación hasta ahora predominante de las políticas económicas de nuestros gobiernos, tanto del español como del catalán. Primero fue Artur Mas el que anunció la nueva prioridad hacia los objetivos sociales en su proyecto de Presupuestos para el 2015. La semana pasada fue Mariano Rajoy el que en el discurso del estado de la nación anunció esta nueva prioridad. En ambos casos, considero que estamos ante un giro social de cierta significación.

En el caso de Mas la prioridad casi absoluta hasta ahora había sido la construcción de "estructuras de Estado" para una hipotética independencia. Al margen de que esa prioridad haya sufrido estos días dos varapalos legales -uno esperado, el del Tribunal Constitucional, y otro más doloroso por inesperado y por venir de instituciones de la propia Generalitat-, el hecho a resaltar es que haya dado ese giro social para el 2015. En el caso de Rajoy la prioridad había sido el ajuste presupuestario. Ahora, entre otras medidas, ha puesto en marcha una nueva legislación de "segunda oportunidad". Se trata de que las familias, los autónomos y las pymes que se hayan sobreendeudado de buena fe puedan aliviar la carga de la deuda y, en su caso, desprenderse de ella cuando se compruebe que es impagable. De esa forma, será más fácil iniciar una nueva vida sin el peso del pasado. Esta segunda oportunidad para las familias era algo indispensable. Desde esta mismo espacio la hemos pedido en varias ocasiones. Pero, dejando de lado ahora las objeciones a su tardanza, hay que saludar este giro social en el discurso de nuestros gobiernos.

¿Cómo explicarlo? Probablemente han influido tres factores. Uno de naturaleza económica: la recuperación. Otro de tipo social: el temor a un estallido social. El tercero de tipo político: la aparición de nuevos competidores. Veamos. Ambos gobiernos argumentan que este giro se ve favorecido por la recuperación de la economía. Sus dividendos hacen ahora que sea posible y justo pagar la "factura social" de la crisis. Es decir, compensar el esfuerzo y las pérdidas de bienestar que han sufrido los sectores más débiles los últimos años de cólera económica y paro. ¡Más vale tarde que nunca! Pero habrá que continuar, porque las pérdidas de bienestar que sufren los más débiles durante las recesiones son mayores que las ganancias que logran durante las recuperaciones.

Además, tanto Mas como Rajoy están de acuerdo que este giro es urgente debido a que las crisis sociales aparecen cuando comienza la recuperación, no cuando la crisis económica es más aguda. El motivo es que, como acabo de decir, la recuperación beneficia más a los ricos que a los pobres, provoca agravios. En otra ocasión he hablado del "efecto túnel" de las salidas de las crisis. Recuerden lo ocurrido en la crisis de los 80. La recuperación había comenzado en 1986, pero los más débiles no recibían los dividendos. De ahí que, en diciembre de 1988, los sindicatos convocaran la primera huelga general de la democracia. El lema fue el cobro de la "factura social". Sin duda, ese recuerdo está en la memoria de ambos presidentes. Pero probablemente lo que más ha influido en su ánimo es el temor a los efectos electorales de la nueva competencia política. Por un lado Podemos, liderado por un joven político emergente, Pablo Iglesias. Por otro, un partido ya existente, Ciudadanos, liderado por otro joven político, Albert Rivera, que se ha "venido arriba", como se dice en términos taurinos.

Lo apuntó Schumpeter

Vaya por delante que este miedo a la competencia no desmerece la decisión de Mas Rajoy de impulsar un giro social a sus políticas. Al contrario, es una demostración empírica de que la democracia española funciona. Y de que la competencia efectiva por los votos rinde beneficios sociales, especialmente para los más débiles. Fue el gran economista austro norteamericano Josep Alois Schumpeter el primero en formular una teoría de la democracia basada en la competencia entre partidos. En su obra de 1942, publicada en plena Segunda Guerra Mundial, 'Capitalismo, Socialismo y Democracia'introdujo esta nueva aproximación al funcionamiento de la política democrática. Sin que sea necesario ver la competencia entre partidos como equivalente a la competencia entre empresas, este enfoque explica bien lo que está ocurrido en nuestra democracia.

Hasta ahora la política española y la catalana han estado gobernadas por un duopolio de partidos. Sin duda, ha rendido buenos frutos. Pero se habían acomodado al poder e insensibilizado socialmente. La aparición de la competencia está despertándolos. Posiblemente generará una cierta inestabilidad política futura. Pero puede ser compensada por el hecho de que las políticas públicas responderán mejor a las preferencias de los ciudadanos.

Catedrático de Economía (UB).