Al contrataque

Basta de sabios y cenizos

Cada generación debe poder equivocarse por sí misma, y lo demás son homilías

Felipe González saluda a José María Aznar tras el debate de investidura el 4 de mayo de 1996.

Felipe González saluda a José María Aznar tras el debate de investidura el 4 de mayo de 1996. / periodico

Xavier Sardà

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Últimamente oigo voces. Voces de gente mayor que dice lo que debe hacerse, cómo debe hacerse y, sobre todo, qué es lo que no debe hacerse. Según se mire, la actitud de esos mayores resulta mezquina en el mejor de los casos y levemente patética en ocasiones.

Cada generación debe poder equivocarse por sí misma, y lo demás son homilías. Entristece comprobar cómo los que generaron ilusión hace un montón de años niegan el pan y la sal a los que ahora sienten parecidas esperanzas. Aquello era un anhelo justificado -deben pensar- y no lo de ahora.

Se han vuelto serios y aparecen en periódicos que se han vuelto serios con anticuadas fotos serias en blanco y negro, y dicen cosas serias como para salvarnos de problemas muy serios que pueden sucedernos si no somos suficientemente serios, si no votamos como ciudadanos serios y, sobre todo, si no pactamos como políticos serios.

Stendhal dijo que el hombre acaba por parecerse a lo que quería ser. Sucede en el mejor de los casos. También es frecuente que los seres humanos acabemos pareciéndonos a nuestros adversarios.

Cansa la exaltación de la edad y la perorata vital de la fastidiosa experiencia. ¡Qué fatídica cantinela lo de la sensatez y la prudencia! Hay que respetar a los adultos como a los niños y a los maduros como a los adolescentes. Respeto universal, y basta de historia y de cuentos.

Pero es esencial otorgar a cada generación su derecho a equivocarse, reaprender, deshacer, emprender de nuevo y urdir su propio argumento. Lo demás es la momificación de los consejos que eructan los viejos sabios, ebrios de vanidad. Ya no se acuerdan: OTAN no, OTAN puede que sí, OTAN de entrada no… OTAN sí.

Resulta fastidioso verles como el prestidigitador trasnochado que desvela el truco del joven ilusionista. Por favor, no más 'spoilers' que echen a perder el argumento contándonos el final.

EL PASADO Y LA MEMORIA

No vengáis con aquello de que el paso del tiempo condena al olvido la memoria de un país. No os preocupa la memoria histórica, sino evitar formar parte de ella… Os preocupa evitar el futuro y sus fauces devoradoras. Generosidad y calma, que la historia no se detiene. Hay un proverbio árabe que dice: «Hay cuatro cosas que no vuelven nunca: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada».

Cuando la gente de vuestra edad se reúne para ágapes y similares, bien está recordar el pasado con sus cuitas y alegrías. Es más, estamos agradecidos por vuestro trabajo, pero siempre a condición de que no alcéis el cayado amenazadoramente. No digáis a los que hoy generan esperanzas lo mismo que los cenizos os dijeron a vosotros. Los que vaticinaban el caos si ganábais se equivocaron. Calma.