Un presidente acrítico

Esperemos que la ovación final al equipo y la ausencia de pitos no confundan a los que mandan

Bartomeu, en una rueda de prensa en el Camp Nou.

Bartomeu, en una rueda de prensa en el Camp Nou. / periodico

SÒNIA GELMÀ

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Quizá contagiado por los aplausos que sucedieron al pitido final del árbitro, el presidente del Barça se animó y calificó la temporada como "muy buena" -y no, no fue por accidente sino que lo repitió en cada una de las televisiones a las que atendió-, ante la estupefacción de aquellos que lo recordábamos diciendo lo contrario la semana anterior. Sus esfuerzos por positivizar una noche triste para el barcelonismo resultaron delirantes en un momento poco propicio para el humor.

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En un acto de fe, podemos concluir que el presidente del club se reserva la dureza para la reflexión interna. Solo así se puede entender que el día en que el Barça pierde la liga tras recuperarle un 0 a 2 al EibarJosep Maria Bartomeu, en declaraciones a Esport3, afirme sin rubor que son "un equipo de ensueño, que cuando hace falta remontan". Pues no, no remontaron ante el Málaga, ni ante el Deportivo, ni en el campo del Betis, y si nos fijamos en la Champions, tampoco llegaron a tiempo ante la Juventus. Y sí, remontaron ante el Eibar, pero cuando ya no hacía falta.

PREOCUPANTE CONFORMISMO

La derrota forma parte del deporte. Lo normal en la vida de cualquier deportista es que pierda más títulos de los que gana. Por tanto, cuando otro ha sido mejor que tú, se asume y se le felicita. Pero eso no significa que no deba haber una reflexión, una crítica que detecte cuáles han sido los errores que te han llevado a bajar un peldaño del podio. Porque el crédito previo puede avalar cierta indulgencia, pero no caer en el preocupante conformismo que desprendía el discurso institucional.

Incluso Luis Enrique, poco dado a las concesiones, fue capaz de admitir que la irregularidad les había condenado. Otra cosa son los motivos que han provocado esa situación, ahí ya resulta más difícil que alguno de los responsables quiera exponerlo públicamente. A partir de sus actos sabremos si el diagnóstico real es algo más exigente. El reto del verano debe ser recuperarle al Madrid esos dos pasos que parece que va por delante.

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Debe ser responsabilidad de Bartomeu poner en valor su patrimonio, por supuesto. Pero roza el ridículo destacar en ese momento el récord de goles marcados en una temporada o que Messi se lleve la Bota de Oro, méritos que han resultado inútiles para lo que realmente cuenta. Esperemos que la ovación final que se llevó el equipo -guiada por la siempre entusiasta grada de animación-, que la ausencia de pitos y pañuelos por parte de una afición generosa tras una década de éxitos, no confundan a los que mandan.