La rueda

Bárcenas tiene un plan

ANTÓN LOSADA

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La profusa declaración del extesorero del Partido Popular ha dejado al menos una cosa clara: se estaba buscando alguien a quién cargarle el muerto de la financiación ilegal y ya hay un ganador. Le ha tocado a Francisco Álvarez-Cascos. Estas desgracias siempre le suceden al más débil. Miren si no al pobre Miguel Arias Cañete, enviado por SMS al presunto martirio de las elecciones Europeas para recibir en su trasero la patada que muchos votantes del PP anhelan propinarle al Gobierno de Mariano Rajoy.

El volcánico Cascos, conocido como el «general secretario» durante aquellos años gloriosos del aznarismo, parece sin duda la mejor opción como chivo expiatorio. Está dando la lata fuera del partido, muchos se la tienen jurada y seguramente tendrá más razones para callar que para hablar. José María Aznar, que era quien realmente mandaba en aquella época, no sirve como cabeza de turco y además no se dejaría. De Mariano Rajoy hay que decir que apenas pasaba por Génova en aquellos días y al pobre Manuel Fraga no se le puede matar otra vez.

Ahora que ya parece haber entendido que ni el PP ni el presidente con todo su poder pueden evitarle la cárcel, Bárcenas ha puesto en marcha el plan b. Se acabaron las revelaciones escandalosas. Va a presentarse como un mandado e intentar rebajar al máximo la pena que le pueda caer.

Su estrategia de defensa resulta tan transparente como opacas eran las cuentas: ya estaba hecho cuando llegó, lo hacían todos y él solo obedecía órdenes. La financiación ilegal del PP es culpa de Álvarez-Cascos y comenzó a acabarse cuando se fue. Es cosa del pasado. Una versión que encaja como un guante en los mensajes que maneja el Partido Popular para controlar los daños de la Gürtel. Puede ser mera casualidad, o puede ser que Bárcenas, además de un plan, ya tenga un acuerdo.