Opinión | Análisis

Rafael Tapounet

Periodista

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Nostalgia del centrocampismo

Arthur, que llegó al equipo como guardián del estilo, ha jugado 85 minutos en seis partidos

Los jugadores del Barça protestan al colegiado ante el Leganés.

Los jugadores del Barça protestan al colegiado ante el Leganés. / periodico

Los ingleses tienen una sugerente expresión para aludir a esas personas, cosas o situaciones potencialmente conflictivas que en cualquier momento pueden originar un problema serio; se dice de ellas que son 'un accidente esperando para ocurrir'. Tal vez a eso se refería Valverde cuando habló de “accidente” en la rueda de prensa posterior a la innoble derrota frente al Leganés. Porque todas las carencias que mostró el equipo en Butarque llevaban asomando ya la patita desde la engañosa goleada al Alavés que inauguró la competición, en aquella noche en la que, como tantas otras noches, una genialidad de Messi rescató a un Barça con mucho más talento que fútbol.

Y entre todos los déficits exhibidos por el cuadro azulgrana en este primer tramo de la temporada ninguno nos duele tanto como la renuncia al gobierno del centro del campo. La zona ancha. La medular. Ese territorio mítico en el que se forjó la leyenda del Gran Barça cuyas gestas asombraron al mundo y que hoy, tras la marcha de Andrés Iniesta, aparece como un páramo desolado por el que Busquets y Rakitic cabalgan hacia el crepúsculo mientras suena música de armónica.

Tras la marcha de Iniesta, la zona ancha es un páramo desolado por el que Busquets y Rakitic cabalgan hacia el crepúsculo

De aquel equipo con siete centrocampistas (¡y nueve canteranos!) que en el 2011 humilló al Santos de Neymar en la final del Mundial de Clubes de Yokohama hemos pasado a la reinvención del 4-2-4, un sistema que dio éxitos al Brasil de Pelé, sí, pero que fue barrido del mapa en los años 70 cuando Rinus Michels pobló la medular de sus equipos de gente talentosa y convirtió al Ajax y a la selección holandesa en el paradigma del fútbol total. De ahí veníamos, ¿se acuerdan?

Se nos hizo creer durante la pretemporada que la llegada de Arthur, lo más parecido a Xavi que han visto estos ojos en los últimos cinco años (y eso incluye la última temporada de Xavi), garantizaba el mando en el centro del campo y la apuesta por el juego de posesión. Pero resulta que en seis partidos de Liga el guardián del estilo ha jugado 85 minutos. Menos que Arturo Vidal. Mucho menos que cualquiera de los cuatro delanteros (Coutinho es delantero, se pongan como se pongan) que parecen tener plaza fija en el equipo de Valverde. Y el Barça sufre. ¿Un accidente?