EL ESQUEMA DEL EQUIPO CAMPEÓN
Un Barça poliédrico
La flexibilidad táctica ha sido la seña de identidad en el primer curso de Valverde
Ernesto Valverde llegó y, tras alguna probatura en pretemporada escorando ligeramente a Suárez hacia un costado, pronto tuvo claro que su sistema de referencia debía dejar de ser el 4-3-3. Fundamentalmente, por dos razones. La primera y más importante: quería a Lionel Messi en una posición centrada. Por mucho que en la época anterior, en el tridente que compartió con el uruguayo y con Neymar, el argentino solo partiera desde la banda derecha en el inicio de las jugadas, el técnico extremeño priorizó que su libertad fuera absoluta y que siempre se encontrara cerca de la frontal del área (y es evidente que fue una decisión acertadísima).
La segunda razón tiene que ver con la marcha del brasileño, que era el que arrancaba desde la izquierda. Si el tridente se convirtió en pareja y a los dos los quería en el centro, la mutación a algo parecido a un 4-4-2 era el movimiento lógico. Especialmente si tenemos en cuenta que Dembelé se encontraba aún en fase de adaptación -y luego sus lesiones dificultaron aún más el proceso- y que Coutinho aún no había llegado de Liverpool.
El dibujo base
Pero ese 4-4-2 no era estricto ni pétreo, sino un dibujo base para que el equipo desarrollara su naturaleza poliédrica. En fase defensiva sí se manifestaba con simetría y rectitud, obligando a los jugadores que ocupaban el extremo derecho -la posición que más bailó- a realizar esfuerzos a los que no estaban acostumbrados. Pero en salida de balón y en ataque organizado, el equipo era otra cosa. Busquets se metía entre centrales formando una línea de tres, Iniesta y Rakitic conformaban un doble pivote que ofrecía dos soluciones para recibir el primer pase, los laterales subían hasta la posición de un Messi ubicado como enganche y a Suárez lo acompañaba en una doble punta el teórico extremo derecho (Deulofeu, Alcácer y luego Démbelé o Coutinho). El 4-4-2 se convertía en un 3-2-3-2 con una serie de movimientos muy entrenados y meditados según si defendía o atacaba.
En un momento determinado, Paulinho se convirtió en un jugador importante por su capacidad para llegar desde segunda línea y anotar tantos que desbloquearon partidos. Sin embargo, pronto se observó que cuando compartía doble pivote con Busquets, al brasileño le costaba mantener una disciplina táctica defensiva. Salía muy a menudo a hacer una primera presión muy alta, y si perdía el duelo no conseguía regresar a tiempo para juntarse con su compañero. El de Badía quedaba vendido y a Rakitic le obligaba a hacer unos movimientos hacia dentro que dejaban al lateral derecho en inferioridad (el gol del Valencia en Mestalla es el mejor ejemplo). Valverde se percató de ello y en el Bernabéu, en la victoria que sentenció medio campeonato pese a llegar en diciembre, introdujo una corrección: el croata pasó a la pareja central y Paulinho se ubicó en la derecha para tapar a Marcelo y sorprender con diagonales hacia el área. El resultado fue excelente y el tándem Busi-Rakitic se convirtió en inamovible en el corazón del juego. El peso del balcánico ha sido fundamental para llevar al extremo la flexibilidad táctica que se ha convertido en la seña de identidad de este equipo campeón.
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