Banalización de la violencia

Nada va a desviar a los aparatos del Estado de la creación de su obra de ficción

Los CDR cortan el tráfico en la N-340, en Alcanar, el pasado 27 de marzo, en protesta por la detención de Puigdemont.

Los CDR cortan el tráfico en la N-340, en Alcanar, el pasado 27 de marzo, en protesta por la detención de Puigdemont. / periodico

Andreu Pujol Mas

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Se repite el patrón: algunos políticos apuntan, algunos medios de comunicación sirven de caja de resonancia y la maquinaria judicial dispara. Así, cuando Íñigo Méndez de Vigo habló de "movilizaciones tumultuarias" a finales de septiembre, refiriéndose a una manifestación pacífica, iba preparando el terreno para que se acusara de sedición a los líderes del independentismo.

Es mucha casualidad que la descripción del delito de sedición, recogida en el artículo 544 del Código Penal, utilice un adjetivo de uso poco frecuente como es "tumultuario". Hace pocos días, el PP comparaba las acciones de desobediencia civil de los Comités de Defensa de la República con la 'kale borroka'. Seguidamente se le unía Pedro Sánchez esgrimiendo unos "ataques vandálicos" a las sedes del PSC y Albert Rivera se inventaba unos "comandos separatistas", emulando la denominación que se utilizaba para las células de ETA.

Horas después, la fiscalía anunciaba que investigaría las acciones de los CDR para ver si estaban cometiendo un delito de rebelión. Da igual que el partido que acumula más agresiones contra sus sedes sea ERC y que un grupo españolista incendiara el punto de reunión de un CDR la semana pasada, o que el independentismo catalán haya canalizado sus aspiraciones por la vía democrática y siguiendo la doctrina de la no violencia. Nada va a desviar a los aparatos del Estado de la creación de su obra de ficción.

Insulto a las víctimas

Literatura barata, como la de un juez que es capaz de comparar, sin que se le caiga la cara de vergüenza, una legítima protesta ciudadana con la "toma de rehenes mediante disparos al aire". La banalización es el precio que deben pagar por el incumplimiento de aquella promesa repetida en el País Vasco, la que decía que "sin violencia se puede hablar de todo". Y con eso insultan a las víctimas del terrorismo de verdad, aquellas que sí que han sufrido la brutalidad callejera, la toma de rehenes con disparos al aire, los ataques vandálicos y las acciones de comandos.