La rueda

Ayer, como hoy

No hay día en que una opinión independiente no sea vilipendiada por el ejército del 'ciber'

JOSÉ MARÍA SANZ 'LOQUILLO'

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Cuando era joven, mucho más joven que ahora, viví mi primera juventud, marcada por la Transición, la movida y el felipismo. España era joven, como nosotros, con un futuro por delante. Nos prometieron terminar con el pasado y las dos Españas. Europa era el futuro, se apostaba por la cultura democrática, como me dijo una vez el presidente González: «Por una generación de españoles que no tengan que enfrentarse a una guerra y sus consecuencias y tengan una vida plena en democracia». Han pasado 40 años desde la muerte del dictador y todo aquello que prometieron solo fue un sueño para adolescentes tardíos. Un sentimiento noventayochista parece ahora mismo hacerse cargo de todo.

Despierta; España no existe. Europa es el enemigo. La Transición, una quimera. La Constitución, una mierda. Las autonomías, un invento; y la clase política, unos timadores profesionales. Los cambios de los últimos 38 años no sirven hoy, volvemos al punto de partida como en un maldito juego de la oca.

Escucho expresiones de otra época; facha, comunista, nacionalista, machista, feminista, judío, maricón, bollera… Y se añaden otras al vocabulario de la intolerancia, como unionista o taurino.

Las dos Españas a la greña como cuando Goya, otra vez el paseíllo; ahora Torquemada es un hipster.

No hay día en que una opinión planteada desde la independencia no sea vilipendiada por el ejército del ciber que solo busca acallar al diferente, al disidente de lo suyo usando la red, ese agujero negro, como elemento de censura intelectual. No hemos avanzado nada. Íbamos a ser referencia, nación de naciones, país de creadores y poetas, la generación de españoles más preparada de nuestra historia. Y nos hemos quedado en quijotes, bribones y buscones haciendo gala de nuestra historia, que nos tiramos una vez más a la cabeza y de la que no hemos aprendido nada.