La avenida de la luz

El Festival de Aix en Provence presenta 'Iolanta', de Chaikovski, y 'Perséphone', de Stravinski, en un programa doble procedente del Teatro Real

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ROSA MASSAGUÉ

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El rey René (1409-1480) es una figura histórica que aparece en muchos rincones de la ciudad de Aix en Provence. Da nombre a un bulevar, a un hotel, a una fuente, a una cadena de confiterías. Incluso a una copistería. En esta edición del festival lírico el monarca que fue conde de Provenza y rey de Nápoles y de Aragón, ha vuelto a casa. Lo ha hecho con la ópera de Chaikovski, 'Iolanta', que cuenta la historia de la hija de aquel rey, apodado El Bueno, una historia que al parecer no fue exactamente como la explica la ópera, pero en este caso, como en tantos otros, no hay que ofuscarse por este detalle.

'Iolanta' forma la primera parte de un programa doble que se completa con 'Perséphone', de Igor Stravinski. Es el mismo programa y la misma producción que se estrenó en el Teatro Real en el 2012, cuando el desparecido Gerard Mortier llevó al coliseo madrileño su voluntad de asumir riesgos y sacudir las rutinas. Los encargados de dar vida a este programa fueron el director de escena Peter Sellars y el musical, Teodor Currentzis.

El eje temático que vertebra ambas obras es el viaje que realizan las protagonistas desde la oscuridad a la luz, desde del infierno a la tierra, de la ignorancia al conocimiento, de la muerte a la resurrección. Ambas están impregnadas de una evidente dimensión espiritual. 

'Iolanta' es la última ópera compuesta por Chaikovski. Estrenada en 1892, el compositor moriría al año siguiente. A diferencia de sus obras para el teatro, esta ópera es la más breve, la más espiritual, la única que no tiene un tema ruso y la única que acaba con un final feliz. Es también la más intimista.

Iolanta es la hija ciega del rey René. Vive dentro de una burbuja creada por su padre, ignorante de su situación, de lo que es la luz. La llegada de un caballero traerá la visión a Iolanta.

'Perséphone', estrenada en 1933, es un melodrama en tres cuadros que Stravinsky compuso a petición de la bailarina Ida Rubinstein para narrador, solista, doble coro y orquesta, con un texto de André Gide.

La protagonista es la hija de Deméter, diosa de la agricultura y de las cosechas. Según el poema de Gide, la joven baja voluntariamente a los infiernos para socorrer a los sufrientes. La nostalgia la empuja a volver a la tierra donde encuentra la naturaleza agotada. Con ella vuelve la primavera. Su voluntad de no abandonar a las almas que viven en las tinieblas del averno la lleva a turnar estancias en cada uno de los dos mundos de modo que se van alternando las estaciones del año. 

Musicalmente, el eje que enlaza 'Iolanta' y 'Perséphone' lo explica Currentzis como la transición en Rusia entre el romanticismo tardío y la modernidad resaltando la evolución estilística que ambas obras encarnan. "Las fronteras entre las estéticas y las épocas se entremeten y no son tan netas como se cree", dice el director. 

Sellars dota al programa del elevado aspecto espiritual de ambas, con una puesta en escena austera, minimalista, desprovista de cualquier artificio. Cuatro dinteles en el escenario diseñado por George Tsypin con el añadido de unas figuras abstractas enmarcan la acción de ambas obras. La iluminación es determinante en la evolución de la trama, especialmente en 'Iolanta', mientras que los fondos de color lo son en 'Perséphone'.

Para acentuar el carácter casi espiritual de 'Iolanta', Sellars se permite incluir el 'Himno de los arcángles', una pieza religiosa de gran belleza del propio Chaikovski cantada 'a cappella' que encaja perfectamente con el sentido que da a la obra.

El reparto de ambas obras era el mismo que lo interpretó en Madrid salvo pocos cambios. Ekaterina Scherbachenko era de nuevo una Iolanta delicada, temerosa, llena de sensibilidad musical y teatral que el día 11 no tuvo a su mejor caballero Vaudemont. Interpretado por Arnold Rutkowski, no estaba en su mejor forma como se anunció antes de la representación, aunque salvó bastante dignamente el papel.

El bajo Dmitry Ulianov interpretaba de nuevo y magníficamente como ya había hecho en Madrid, el papel del padre, el del rey René, un personaje que se debate entre el dolor y el amor por su hija, y el temor a perderla. Willard White, encarna al médico árabe Ibn-Hakia, un papel entre el misticismo y el curanderismo, que el barítono interpreta con gran ceremoniosidad, solo que los tres años pasados desde su estreno en el Real se empiezan a notar.

Completan el reparto de 'Iolanta' Maxim Aniskin (Robert), Vasily Efimov (Alméric), Pavel Kudinov (Bertrand), Diane Montagu (Martha), Maria Bochmanova (Brigitta) y Karina Demurova (Laura).

La única voz solista en 'Perséphone' es la de Eumolpe, un personaje también ciego, interpretado por el tenor Paul Groves. La actriz Dominique Blanc declamaba el papel de la protagonista.

Currentzis, en simbiosis con Sellars, descubre toda la riqueza musical de ambas obras interpretadas por la orquesta y los coros (excelentes) de la Ópera de Lyon.

Sellars, siempre sensible a la realidad política y pese a la abstracción de su puesta en escena, incorpora a esta segunda obra tres bailarines del Amrita Performing Arts, un grupo camboyano que tuvo que rehacer la tradición balletística de su país después de que los jemeres rojos arrasaran con todo durante su enloquecido y criminal gobierno. Para el director de escena el grupo representa la avenida de la luz por el que hay que transitar para salir de las tinieblas.