Opinión | EDITORIAL
Interés personal y bien general
El independentismo debe abandonar el pleito interno y el tacticismo que han bloqueado la política catalana desde el 21-D
Los ejes en los que se mueve la realidad política catalana (la vía judicial y la vía política) vivieron el martes un día que si bien no fue decisivo sí contribuyó a despejar el panorama. En el Tribunal Supremo, la fiscalía, a instancias del Fiscal General del Estado, pidió dejar en libertad bajo fianza a Joaquim Forn, una medida que va en el buen camino ya que la presencia en prisión preventiva del propio Forn, Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart es un obstáculo insalvable para el regreso de Catalunya a la normalidad. En cambio, el ministerio público pidió que Sànchez permaezca en prisión. Su defensa afirmó que el expresidente de la ANC renunciará al escaño y a sus aspiraciones políticas para lograr la libertad, una estrategia de defensa que evidencia que la investidura de Sànchez es inviable y que, en realidad, no era más que otro intento de prolongar el pulso con el Estado. El reloj de la investidura, legalmente, aún no corre, ya que el Tribunal Constitucional rechazó la pretensión del PSC de suspender de forma cautelar la decisión de Roger Torrent de aplazar el pleno de investidura de Sànchez. La pelota de formar gobierno, pues, sigue en el tejado del bloque independentista, que de forma inexorable se aproxima al punto en que deben tomarse decisiones trascendentales.
Porque el reloj legal de la investidura sigue parado, pero no así el social y el político. La renuncia de Sànchez abre paso a otra candidatura: Jordi Turull se perfila claramente como el elegido para ser el tercer candidato del bloque independentista desde el 21-D. A diferencia de Sànchez y de Carles Puigdemont, sí puede al menos intentar ser investido, pese a que está encausado y tiene ante sí un complicado proceso penal. Ahora bien, no tiene garantizada su elección, ya que la CUP ya ha avanzado que no ha modificado su postura y se abstendrá en una posible investidura. Ante esta tesitura, Turull solo sería investido si Puigdemont y Toni Comín renuncian a su escaño. Ha llegado el momento de que el independentismo abandone el pleito interno y el tacticismo que han bloqueado la política catalana desde el 21-D. Catalunya necesita un Govern cuanto antes para recuperar las instituciones. Cualquier otra consideración es anteponer el interés particular al bien general.
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