Pequeño observatorio

Atención a dictar sentencias

Aplaudo que no se empiece a fumar, pero este artículo lo escribiría un difunto si fuera cierto el aviso de que "fumar mata" impreso en los paquetes de tabaco

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Josep Maria Espinàs

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He pasado los días de verano en Barcelona. Y había decidido aprovecharlos para poner un poco de orden en mi apelmazamiento de libros lamentablemente desordenado. He fracasado una vez más. Pero me he encontrado en sus manos un libro de Joan Amades que dedica muchas páginas a la pipa. Quizá el lector ya lo sabe, que fumo en pipa. Algunas fotografías lo certifican. No es un hecho ocasional, he fumado en pipa desde que era adolescente hasta ahora, que haré 92 años.

Pido al lector que no se tome esta información como un desafío. Que yo haya estado fumando toda la vida, mañana y tarde, y que ahora pueda escribir, puede ser una rareza. Y es prudente no confiar en las rarezas. Dicho esto, y esperando que nadie se me tire al cuello por el hecho de decir que fumo en pipa un día tras otro, diré dos cosas: fumar supone ciertamente un riesgo, y se me han muerto prematuramente tres personas que no fumaban.

Por cierto, fumar es un hábito antiquísimo. Los pueblos amerindios ya fumaban como un acto ritual para inspirar a los dioses -y es curioso que yo fume con la esperanza de despertar las ideas que necesito para escribir los posibles artículos-. En una abadía de Irlanda hay una estatua yacente de un monarca que está fumando una larga pipa. Históricamente, la pipa ha sido un objeto cultural y divino.

Yo no aspiro a ser adorado como viejo fumador en pipa, como ocurría en tiempos antiguos. Incluso había normas para fumar bien: "Verter el tabaco suficiente para llenar la palma de la mano derecha. Encender la pipa con pausa. Pasarse la pipa del lado izquierdo al derecho de la boca. Mirar al cielo." Continúo: "El fumador que se deja apagar la pipa es como el soldado que se deja coger el arma".

Pensando en los jóvenes de hoy, está muy bien que no empiecen a fumar. Pero los que ya estamos viejos y siempre hemos ahumado y ya hemos pasado los 90 años denunciamos la gran mentira impresa en los paquetes de tabaco: "Fumar mata".

Aviso, pues, a los lectores: este artículo lo ha escrito un difunto.