El Aston Martin de Quim Torra

El presidente de la Generalitat, Quim Torra.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra. / ANDREA ZAMORANO

Josep Martí Blanch

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Tengo un Aston Martin aparcado delante de casa desde hace tres semanas. Lo he mirado tanto y tan de cerca que en el afeitado de esta mañana el espejo me ha devuelto el rostro de James Bond. Pectorales, bíceps, abdominales, todo yo era un 007. Hasta me he sonreído diciéndome a mí mismo "agitado, no revuelto".

Con el rostro lleno de espuma no he acertado a ver si quién me acompañaba en el rasurado era Sean ConneryGeorge LazembyRoger MooreTimoty DaltonPierce Brosnan o Daniel Craig. Solo puedo descartar al futuro protagonista de la saga, Idris Elba, porque aún no ha rodado y porque, siendo negro, el color de la frente hubiese bastado para identificarlo.

De vuelta a la habitación no había trajes a medida en el armario, ni señora alguna devorándome desde las sabanas. Tampoco las llaves del Aston Martin han aparecido por ninguna parte. Un nuevo viaje al aseo ha resuelto el misterio. El reflejo me retornaba de nuevo la barriga, canas y mirada de siempre. Un espejismo.

La entrevista del 'president' de la Generalitat, Quim Torra, con el exprimer ministro escocés Alex Salmond, con programa propio en la televisión internacional Russia Today, tiene también algo de afeitado fantástico. El lugar del Aston Martin lo ocupa una república, que está dispuesto a aparcar si, llegado el caso, el Gobierno español accede a pactar un referéndum. Si no, claro está, seguirá circulando, aunque no se sabe muy bien en qué dirección, con qué neumáticos, con qué combustible y con cuánto pasaje. Viendo la entrevista uno llega a la conclusión de que al presidente Torra le ha pasado como a un servidor a fuerza de tropezar cada día con el Aston Martin. Tanto hablar de la república, de desearla, de hacerla efectiva, de consolidarla, de ampliarla, que ha acabado por convertirla en una realidad en su cabeza, al menos cuando habla con Salmond.

No es problema creerse dueño del Aston Martin de delante del portal a menos que uno trate de arrancarlo con las llaves del buzón. Tampoco lo es dar por bueno que la mitad de la población mundial son en realidad extraterrestres salvo si sales a la calle dispuesto a exterminarlos. Y tampoco pasa nada si llamas república a un gobierno autonómico. Pero lo cierto es que uno está más cerca de sus objetivos cuando asume que le han vapuleado, que ha perdido posiciones y que toca una nueva estrategia porque la que le ha llevado hasta aquí no da más de sí.  Vivir en el mundo de la fantasía evita decepciones y trabajo, pero la renta es negativa. En las nubes se vive bien, pero no se produce.

Lo que no admite literatura es la actitud de los líderes de Cs, proporcionando coartadas morales e incentivando a las cuadrillas de descerebrados que se pasean por Catalunya a la búsqueda de lazos amarillos. Si Cs no es capaz de levantar la voz en favor de la libertad de expresión y de condenar este tipo de comportamientos se entenderá que ampara explícitamente actitudes violentas. Será el viaje más rápido que se haya hecho desde un supuesto liberalismo al autoritarismo. Parece que la "ley y orden" de su última campaña más bien es "nuestra ley y nuestro orden". ¡Firmes! ¡Ar!