NÓMADAS Y VIAJANTES

Asad en los zapatos de Milosevic

RAMÓN LOBO

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Suenan tambores de intervención extranjera en Siria tras la matanza al este de Guta. Los más belicosos son Francia y el Reino Unido, los que tienen peor historial: dejaron un importante lío en la región tras la caída del imperio otomano en 1919. Ambos eran potencia colonial cuando se inventaron fronteras, países y nacieron problemas hoy casi irresolubles. Pregunten a palestinos, kurdos, libaneses, sirios e iraquís.

Aunque la primera víctima en cualquier guerra es la verdad, empiezan a despejarse las dudas sobre lo ocurrido esta semana. Los expertos internacionales que analizan los videos hablan de gas nervioso. Grupos de apoyo a los rebeldes denuncian 1.302 muertos, dos tercios mujeres y niños, y cerca de 10.000 afectados en ese ataque químico. El régimen culpa a los rebeldes, que buscan la intervención exterior.

Llevará tiempo confirmar los hechos, el número de fallecidos y la autoría. Hace días llegó a Damasco un equipo de inspectores de la ONU, pero está políticamente maniatado, encerrado en un hotel. Son parte de una partida destinada más a calmar a la opinión pública internacional que a socorrer a las víctimas.

Es difícil permanecer impasible, pero no imposible. En Bosnia Herzegovina se tardó 44 meses; en Ruanda, más de 800.000 muertos.

El Consejo de Seguridad

La vía del Consejo de Seguridad de la ONU parece cerrada. Dos de los cinco países con derecho a veto -Rusia y China- rechazan toda medida de fuerza contra Siria. Moscú mantiene lazos históricos y comerciales con Damasco, y Pekín no consentirá que le engañen dos veces. Ambos se sintieron estafados por la OTAN que retorció la resolución 1973 destinada a proteger civiles en Libia para derrocar a Gadafi.

EEUU no es partidario de una intervención que acabe con una guerra que se ha cobrado más de 100.000 vidas. Lo reconoció por escrito el generalMartin Dempsey,jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor y principal asesor militar deBarack Obama. En su carta al representanteEliot Engel, divulgada por la agencia Associated Press, explica que en Siria no hay dos bandos sino varios y que ninguno representa los intereses de EEUU. Siria es un avispero peligroso.

Obamadijo hace un año que el uso de armas químicas era una línea roja. Ahora necesita hacer ruido mediático, mandar barcos, no quedar en evidencia. La Casa Blanca estudia la vía de Kosovo: un ataque aéreo sin permiso de la ONU. Una opción sería destruir el arsenal químico deBashar el Asad.

El presidente de EEUU pronunció aquellas palabras cuando los grupos yihadistas eran insignificantes. La situación ha cambiado. El Frente al Nusra, partidario de Al Qaeda, es hoy la oposición más fuerte, con más dinero y armas. Domina zonas del norte -en disputa con la rama de Al Qaeda-Irak- y del centro. El Ejército Libre de Siria está fragmentado; es una franquicia, no una organización; cada uno de sus grupos hace la guerra por su cuenta. No existe una oposición identificable; un rostro amable que vender. Actuar también es un riesgo.

La intervención era fácil hace dos años, cuando parecía una primavera árabe y los rebeldes se mostraban al mundo a través de las redes sociales: estudiantes, laicos y defensores de los derechos humanos que peleaban por un mundo mejor. Entonces se sabía quiénes eran los buenos y quiénes los malos.

La batalla de Al Qusair

La Liga Árabe y Occidente armaron a esa oposición agrupada en el Ejército Libre de Siria. Hubo éxitos militares; pareció capaz de derrocar al régimen, pero se quedaron sin fuelle; faltaron armas pesadas.Asad se rearmó a través de Rusia e Irán y contó en la batalla de Al Qusair, una ruta vital de aprovisionamiento para la insurgencia, con el apoyo militar de Hizbulá, la guerrilla chií libanesa. En junio el viento empezó a soplar a favor deAsad.

El régimen posee armas químicas. Hay certezas de que las ha empleado en algunos de sus contraataques. Siempre en cantidades pequeñas para pasar desapercibido. Es difícil que los rebeldes las tengan y poco probable que el arsenal deAsadestuviera repartido en las bases regionales que han caído en manos insurgentes. Pero nada es imposible.

Asad se siente impune. Está cómodo en los zapatos deSlobodan Milosevic, el gran manipulador. Su partida es la misma: la supervivencia. No está en juego un puesto de trabajo, está en juego su vida y la de la minoría alauí, un 10% de la población siria.Milosevicpasó de ser organizador de la matanza de Bosnia a príncipe de la paz en una base aérea de Dayton, en 1995. Después se le fue la mano en Kosovo, en 1999. Es lo que les sucede a los dictadores, al final siempre se creen su propio cuento.