Geometría variable

Domènech se eclipsa en la estela de Torra

¿Es viable hoy en Catalunya un partido relevante con una posición ambigua sobre la independencia?

El president de la Generalitat, Quim Torra, se ha reunido esta mañana con Xavier Domènech, coordinador general en Catalunya de En Comú Podem.

El president de la Generalitat, Quim Torra, se ha reunido esta mañana con Xavier Domènech, coordinador general en Catalunya de En Comú Podem. / periodico

Joan Tapia

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Que Xavier Domènech dimitiera de líder de En Comú Podem y de diputado mientras Quim Torra hacía este martes su discurso quizá fue una jugada hábil para no acaparar todas las portadas. Era el día de Torra. Pero que en una formación en la que conviven separatistas, federalistas y mediopensionistas la crisis estallara mientras Torra hacía su 'mix' de maximalismo verbal y cautela práctica -de flotar entre Puigdemont y ERC- es indicativo.

¿Es posible en la Catalunya de hoy un partido con duda existencial sobre si preconiza o rechaza la independencia? Además, está la dificultad de armonizar las corrientes internas de Podem (un lío continuo), la antigua Iniciativa, el 'colauismo' que no está en su mejor momento… Xavier Domènech era un profesor progre, con encanto de conversador culto y afable y no un político profesional. Debía su posición al tándem Ada Colau-Adrià Alemany (el matrimonio que es la cúpula de la coalición) y a la buena relación con Pablo Iglesias. Pero ni tenía poder propio ni era un profesional capaz de tragarse serpientes con oficio. El conflicto le enervaba, rehuía los enfrentamientos.

Mientras fue el candidato para Madrid y ganó dos veces (2015 y 2016) las legislativas en Catalunya todo fue bien. Navegaba con el viento anti-Rajoy a favor y el Congreso de los Diputados es más agradecido que la política catalana que se ha convertido en una trituradora. Domenech solo aceptó ser candidato a las catalanas de diciembre pasado por la presión de Ada Colau y Pablo Iglesias. Casi contra su voluntad. Y los resultados fueron catastróficos. ICV con Joan Herrera sacó trece escaños en el 2012. El extraño invento que la sucedió, capitaneado por Lluis Rabell y Joan Coscubiela, obtuvo once en el 2015. Y la gran esperanza de la izquierda alternativa, con Pablo Iglesias y Ada Colau y liderado por Domènech, que había ganado dos veces las legislativas, se quedó en ocho.

Fiasco en las autonómicas

La ruptura municipal con el PSC por la aplicación del 155, en la que algunos vieron la gran oportunidad, acabó con un fiasco en las autonómicas y con la soledad absoluta de Colau en el ayuntamiento.

La coalición que se lo tenía que comer todo y que miraba con conmiseración a la vieja ICV sacaba peores resultados que Joan Herrera, era superada de largo por Iceta y arrollada por una ERC a la que había batido dos veces en las legislativas. El encanto de Domenech era no ser un político profesional, pero digerir derrotas y superar conflictos internos exige estómago.

Domènech es una figura atractiva y respetada. Su eclipse pondrá en evidencia las carencias de la coalición y los límites del tándem Ada Colau-Adrià Alemany. Y ante la certeza de unas próximas municipales y unas posibles adelantadas elecciones catalanas y españolas, no es lo mejor que le podía pasar al movimiento de Ada Colau en el que muchos veían el futuro de la izquierda catalana. ERC y el PSC -dos partidos tradicionales- parecen hoy más sólidos en sus liderazgos y en sus posiciones políticas. La protesta airada contra el sistema y los viejos partidos no siempre gana.