Dos miradas

Tesla y el todo vale

Resulta difícil creer en la bondad inicial de toda la operación de Elos Musk en el rescate de los niños tailandeses

El equipo de rescate traslada a uno de los niños atrapados en la cueva de Tailandia, el pasado 11 de julio.

El equipo de rescate traslada a uno de los niños atrapados en la cueva de Tailandia, el pasado 11 de julio. / .44256892

Emma Riverola

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Mientras el mundo seguía con el alma en vilo el rescate de los niños atrapados en una cueva de Tailandia, el fundador de Tesla, Elon Musk, quiso aprovechar ese extraordinario foco mediático. A medida que pasaban las horas se iban conociendo todos los detalles de la compleja operación. Entonces, Musk informó de la creación de un minisubmarino para los pequeños atrapados. Primero llegó el anuncio, después las imágenes de las pruebas en una piscina y, más tarde, el viaje a la cueva del propio Musk con su artilugio. Para entonces, ya era del dominio público los recodos por los que debían circular los buzos, imposible que el artefacto de Musk sirviera para nada, pero, ¿cómo no seguir aprovechando aquella extraordinaria campaña publicitaria internacional a coste ínfimo?

La humildad no parece ser el punto fuerte de Musk. Hasta el punto de acusar de pedófilo al espeleólogo británico que fue clave en el rescate de los niños y que rechazó con contundencia el artilugio: “Se puede meter el submarino por donde duele”. Después, Musk se disculpó. De corazón o al contemplar cómo las acciones de Tesla caían. Resulta difícil creer en la bondad inicial de toda la operación. Hacerla pública desde el inicio y desarrollar el aparato sin ponerse en contacto con quienes debían utilizarlo no ayuda a creer en su altruismo. Pero, sobre todo, la anécdota da para reflexionar sobre el espacio mediático que se destina gratuitamente a acciones publicitarias.