Dos miradas

Paisaje con barrotes

Dos personas inocentes como Jordi Sànchez y Jordi Cuixart llevan un año en prisión, sin ningún argumento que avale una injusticia flagrante

Jordi Sánchez y Jordi Cuixart llegan a la Audiencia Nacional

Jordi Sánchez y Jordi Cuixart llegan a la Audiencia Nacional / El Periódico

Josep Maria Fonalleras

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Este no es un artículo cualquiera. Es un artículo indignado. Mañana hará un año que Jordi Cuixart y Jordi Sànchez están en prisión. Han cambiado de celda y han sufrido traslados y han visto, con sufrimiento, como sus familias tenían que recorrer miles de kilómetros para estar a su lado durante unos brevísimos instantes. Ahora, están más cerca de su casa pero siguen inmersos en un paisaje de barrotes. Han tenido que sufrir el escarnio de quien dice que disfrutan de condiciones especiales y no han dejado, en ningún momento, de mantenerse fieles a la dignidad con la que afrontaron los hechos de hace un año. Ha pasado todo un año, un año entero, con los días de frío y desolación, los días de calor y angustia, mientras en el exterior de la prisión crecían sus hijos y la gente llevaba una vida normal de gente normal, con las inquietudes y los problemas y las alegrías y las comidas y cenas y las fiestas y los llantos de la gente normal.

Como ellos. Pero ellos están encarcelados. Más allá de lo que cada uno piense, los independentistas exacerbados o los que braman por una España unida; más allá de las disputas patrióticas, lo cierto es que dos personas inocentes están en prisión, sin ningún argumento que avale una injusticia flagrante. Hoy toca decirlo. Como escribía la poetisa palestina Dareen Tatour, acusada por las autoridades israelís de "incitar a la violencia": "Ahora mismo no le encuentro ningún sentido./ Lo único que hice / fue revelar lo que pensaba".