Pequeño observatorio

Un Borja por el camino de Riquer

Martí de Riquer era un pozo de ciencia, un maestro de la ironía y tenía una profunda curiosidad

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Josep Maria Espinàs

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Yo suelo leer con bastante asiduidad los artículos que aparecen en determinados diarios. No todos, naturalmente. Me dejo guiar por un tema que se plantea o por el nombre que me merece confianza. Uno de estos nombres es Borja de Riquer. Es hijo de Martí de Riquer. Los conocí a ambos ya hace años. Con el padre viví una curiosa anécdota. Era en aquel tiempo en que yo hacía entrevistas para TV-3 con personajes francamente interesantes. Desde viejos marineros a notables intelectuales, pasando por vendedoras de mercado.

Un día pensé que debía entrevistar a Martí de Riquer. Era, como se dice popularmente, un pozo de ciencia. De hecho era romanista, catedrático de historia medieval y sabio en las más diversas materias. Además tenía una profunda curiosidad por las manifestaciones humanas.

Sí, un día fui a su casa para pedirle si aceptaría que yo le hiciera una larga entrevista y amablemente me dijo que sí, pero pronto me propuso: "¿Qué día podemos encontrarnos otra vez para ponernos de acuerdo sobre los detalles de la entrevista?". Se quedó muy sorprendido cuando le expliqué que no prepararía nada, que mi trabajo era saber elegir las preguntas y su función era contestarlas. Se quedó muy desconcertado. ¿Me está diciendo que no sé qué me preguntará?" Y añadió, rotundamente:"¡Esto no se ha visto nunca!".

Pienso que fue una entrevista magnífica e incluso se lo pasó muy bien. Me gustaría mucho verla ahora  y poder comprobar con qué lucidez y qué vitalidad se expresaba el sabio, que me pareció, también un maestro de la ironía. Esa ironía suavemente expresada que es una lección de civilidad.

Ya hace años que me concedieron el honor de entrar en la Acadèmia de Bones Lletres. Y ya hace tiempo que no asisto a las sesiones. Cada vez la vejez es más nostálgica. A mí, como a tanta gente, me sabe mal el paso del tiempo. Pero esa voz, ese entusiasmo, esa manera de rascarse la fuente...