Las municipales de la próxima primavera

Manuel Valls, 'pourquoi pas?'

Desde el 2011, con Xavier Trias y cuatro años después con Ada Colau, la ciudad ha ido dando tumbos, sin liderazgo, proyecto ni horizonte

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Joaquim Coll

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La hipótesis de que el exprimer ministro francés Manuel Valls pueda presentarse para alcalde de Barcelona ha pasado de ser un entretenimiento de las sobremesas políticas, a convertirse en algo más que una posibilidad. Hoy, su candidatura es casi una certeza a tenor de sus declaraciones y de aquello que ha trascendido de los encuentros privados que ha mantenido las últimas semanas. Pero hasta que no haga el anuncio formal mucha gente seguirá pensando que finalmente no se atreverá.

De entrada sorprende que vaya a renunciar a una vida hecha en Paris como diputado en la Asamblea Nacional, todavía con cuatro años de mandato por delante, a cambio de una aventura con muchos interrogantes en Barcelona. Cuando dé el paso habrá que reconocerle su valentía porque, aunque todavía es joven, objetivamente arriesga mucho. Además, no va a encontrarse con una alfombra roja a sus pies, sino que va a ser objeto de duros ataques en todas direcciones. Su candidatura producirá un golpetazo en la escena política barcelonesa que no va a dejar a nadie indiferente.

La referencia de su padre

El regreso de Valls no se explica sin la referencia al padre, un reconocido pintor figurativo que emigró a Paris en los años 40 para encontrar un futuro profesional mejor, huyendo de la losa franquista, pero que mantuvo los vínculos familiares y culturales con la ciudad y el barrio de Horta donde Manuel, el hijo mayor, nació en 1962 coincidiendo con unas vacaciones de verano. El exprimer ministro francés no es, por tanto, un 'extranjero' que aterriza en Barcelona para probar suerte sino alguien que mantiene una relación sentimental con la ciudad. También con el catalán, la lengua del padre, que habla perfectamente al igual que el castellano.

La probable decisión de Valls de disputar la alcaldía revela que es un hombre no solo de fuertes convicciones sino sobre todo de acción. Apartado de la primera línea tras romper con el partido socialista francés, solitario diputado independiente que apoya a Emmanuel Macron, podría conformarse con una posición respetable, contemplativa. Sin embargo, prefiere la política transformadora en un terreno como el municipal que le resulta familiar porque durante más de una década fue alcalde de Évry, una ciudad mediana cerca de París, en la que luchó contra la degradación urbanística, los guetos y la exclusión social.  

Solo si logra
desbordar con un movimiento propio las fronteras sociales de Ciutadans podrá dar la batalla con opciones de éxito

Que Valls haya casi decidido optar por Barcelona subraya tanto el fiasco de Ada Colau al frente de la alcaldía como la falta de una alternativa clara en la oposición. El mapa está muy fragmentado y lamentablemente sujeto a la desquiciada dinámica política catalana. En este sentido su candidatura puede ser disruptiva si, en lugar de profundizar en la polarización en torno a la tensión secesionista, logra centrar la campaña en los debates sobre la ciudad como capital metropolitana global y en los problemas sociales y económicos concretos sobre los que el Ayuntamiento puede actuar sin falsas promesas pero con prioridades claras o en el desarrollo de sinergias con el sector privado.

Un lujo para la ciudad

Barcelona necesita ser gobernada, sin ambigüedades, con un discurso municipalista y europeísta, sin esencialismos nacionalistas o demagogias populistas. Desde el 2011, con la elección primero de Xavier Trias y cuatro años después de Colau, la ciudad ha ido dando tumbos, sin liderazgo, proyecto ni horizonte. En definitiva, deambula sin identidad. Ahora bien, la candidatura de Valls hará de catalizador de las pasiones políticas tanto a favor como en contra. No va ganar solo porque lo apoye Ciutadans. Solo si logra desbordar con un movimiento propio las fronteras sociales del partido naranja podrá dar la batalla con opciones de éxito. Y eso no es sencillo porque una cosa son los apoyos privados, el entusiasmo en los pequeños cenáculos profesionales, y otra la obtención de compromisos públicos notables en un escenario de incertidumbre.

En cualquier caso, que una figura de primer nivel como Valls esté a las puertas de postularse como alcalde es un lujo para la ciudad y una oportunidad para situar el debate municipal en otros parámetros. Su candidatura va a triangular la campaña. Sus rivales van a ser, por un lado, Colau y, por otro, el candidato independentista mejor situado, que hoy por hoy es el republicano Alfred Bosch, aunque lo que pueda suceder en el campo separatista es ahora mismo una incógnita. El PSC de Jaume Collboni es su aliado natural y aún podrían ir juntos, pero lo más probable es un pacto tras las elecciones. Si Valls da el paso y se presenta convertirá las municipales de mayo en las elecciones más apasionantes de Europa. 'Pourquoi pas?'