Contradicciones

La naturaleza es sabia

El ser humano, en realidad, hace grandes esfuerzos para ir en contra de la naturaleza. Descubriendo vacunas y diseñando artefactos que mejoran nuestra calidad de vida

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Imma Sust

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Llevamos una inquietante racha de lluvias y temporales en España. En general, a la gente no le gusta que llueva. Nadie sale de casa un día lluvioso y dice: "¡Qué día más bonito!" La gente llega tarde a sus trabajos, los trenes van con retraso y las calles se llenan de coches con conductores malhumorados. El tiempo es una de las pocas cosas que el ser humano no puede controlar y supongo que es por eso, que enfada tanto a algunos.

No me disgusta que llueva, a veces incluso me relaja. Duermo mejor y me encanta cenar en mi terraza mientras veo caer las gotas a la calle. Y si hay tormenta con rayos y truenos mucho mejor. El poder de la naturaleza me fascina. La palabra 'naturaleza' procede del latín y significa 'natural'. Y lo natural está de moda. Si os dais una vuelta por un supermercado cualquiera, os daréis cuenta de que cada vez son más los productos nada naturales que cuentan con la palabra “natural” en su etiquetaje. Parece que si es natural, viene de la naturaleza y  como la naturaleza es sabia, pues está genial. Es curioso, porque en realidad el ser humano hace grandes esfuerzos para ir en contra de la naturaleza. Descubriendo vacunas y diseñando artefactos que mejoran nuestra calidad de vida.

Pero de repente, llegamos al siglo XXI, con la esperanza de vida más alta de nuestra historia, y nos volvemos un poco locos. Lo ideal es ser vegano, hacer yoga tres veces por semana, meditar y odiar el gluten. Luego están los que ni vacunan a sus hijos. La contradicción es sistemática y continua. La naturaleza no inventó ni la penicilina ni los antibióticos. Si la naturaleza fuera sabia, no pasaríamos frío ni calor. Si la naturaleza fuera sabia nos regiríamos por la hora solar. Si la naturaleza fuera sabia, no tendríamos hijos por inseminación artificial a los 45 y la mayoría de las mujeres moriríamos al dar a luz. Si la naturaleza fuera sabia, nos encantarían los días lluviosos y el mal tiempo no existiría. Todo el tiempo sería bueno.