La recuperación de una autora olvidada

Elisabeth Mulder ha vuelto

Bajo el amparo de la Segunda República, la novelista se reveló contra la hegemonía de los hombres en la literatura

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Care Santos

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En sus memorias inéditas, la escritora barcelonesa Ana María Martínez Sagi narra cómo una tarde de los primeros años 30 acude a una casa del paseo de la Bonanova para conocer a Elisabeth Mulder, a quien ha leído con admiración. Es recibida por una doncella que la conduce a una biblioteca repleta de volúmenes. Se entretiene en leer los títulos en los lomos y le impresiona la calidad de los «miles y miles» de libros. Imagina que su dueña es una mujer muy vieja y muy culta. Pronto descubre que sólo lo segundo es cierto, puesto que Mulder es «joven, fina, distinguida, plena de seducción, contando a lo sumo unos 27 años de edad».

Elisabeth Mulder fue una escritora barcelonesa nacida en 1904 en una familia de la alta burguesía, autora precoz y prolífica, que publicó su primer poemario con apenas 23 años y que a lo largo de su vida cultivó casi todos los géneros: poesía, cuento, novela, artículos. Como articulista, colaboró en importantes revistas y diarios de la época. También se dedicó a la traducción, puesto que dominaba varias lenguas, entre ellas el ruso.

Mulder perteneció a un grupo de mujeres escritoras que bajo el amparo de la Segunda República se rebeló contra la hegemonía de los hombres en la literatura. Comenzaron a contar y publicar sus propias historias, con la naturalidad de quien no necesita reivindicarse, sino explicarse. Fundaron revistas. Practicaron deportes. Crearon un pequeño núcleo literario que aunaba autoras tanto en catalán como en castellano. Luego el olvido las desdibujó a todas, casi sin excepciones.

Fue siempre a lo suyo: escribir. A su aire, sin seguir tendencia alguna, en la más absoluta libertad personal

No hace falta decir que no lo tuvieron fácil. La guerra civil y el franquismo jugaron en su contra. Algunas se exiliaron, como Anna Murià, y la vida doméstica y conyugal las apartó de su propia obra. Otras, como Rosa María Vernet —que escribía exclusivamente en catalán—, no publicaron más y se dedicaron a la traducción. La obra de María Teresa Arquimbau, cuya visión de la libertad de la mujer chocó frontalmente con la dictadura, fue silenciada durante décadas. El caso de Elisabeth Mulder es parecido al de estas contemporáneas suyas, aunque tiene sus peculiaridades.

Siempre al margen de la política, llegó a celebrar la llegada de la Segunda República, aunque pronto la decepcionó. Nunca se mostró partidaria de Franco ni fue considerada autora afín al régimen. No tomó parte en círculos literarios. Tenía fama de ser más bien adusta. Escribió siempre en castellano. No hizo novela social, ni realismo, ni vanguardia. Las modas y corrientes literarias no le interesaron y, por tanto, no las cultivó. Fue siempre a lo suyo: escribir. A su aire, sin seguir tendencia alguna, en la más absoluta libertad personal.

Su obra más destacada

Una de sus mejores obras es una novela corta titulada 'La historia de Java'. Trata de una gata esquiva y libre que vive a su modo en un mundo de hombres. Paga un alto precio (que no desvelaré por si se dan el gusto de leerla), pero no se arredra.  Es una novela deliciosa, publicada en 1935, cuya visión de la libertad femenina debió de escandalizar a muchos lectores de su tiempo, del mismo modo en que lo hizo 'Una noia i vint braçalets', de María Teresa Arquimbau. Ambas resultan hoy absolutamente contemporáneas, aunque -a mi modo de ver- Mulder es literariamente bastante superior.

Al leer la historia de la gata Java tuve la impresión de que su protagonista era la misma autora, a pesar de que ella siempre insistió en que no había elementos autobiográficos en sus obras (una aseveración, viniendo de una profesional de la escritura, que no conviene tomar muy en serio).

También el precio altísimo que paga Java se parece al que pagó Mulder. A la muerte de la autora, tras varias décadas de inactividad a causa de una ceguera, ninguno de los medios donde había colaborado se hizo eco de su muerte. Su obra estaba ya en el olvido.

Juan Manuel de Prada dice que su predilección por las escritoras catalanas se debe al recuerdo que guarda de las novias catalanas que tuvo en su primera juventud. Gracias a él podemos hoy volver a leer a Elisabeth Mulder, recién rescatada en un hermoso volumen que edita la Fundación Banco Santander y que se titula 'Sinfonía en rojo'.

El libro recoge una selección valorativa de la obra mulderiana: de la exaltada producción poética inicial hasta los estupendos cuentos, plagados de personajes femeninos inolvidables, o dos novelas sorprendentes. Ahí está 'La historia de Java', que nadie debería perderse. Una joya. Y está también una 'rara avis' muy barcelonesa: 'El vendedor de almas', novela ambientada en el Barrio Gótico del final de la guerra, algo así como el reverso estético de Nada, de Carmen Laforet.

Celebro que Mulder haya vuelto. Es de agradecer que alguien se tome la molestia de hacer a los lectores regalos como éste. Sin olvidar, claro, a las exnovias catalanas de Juan Manuel de Prada.