Al contrataque
Erre que erre
Lo que me parece realmente absurdo es mejorar las formas, pero mantener las ideas de fondo. Porque el final de ese camino es más tensión y una mayor frustración
Cristina Pardo
Periodista
Cristina Pardo
Lo que está haciendo Pedro Sánchez para atraer a los independentistas catalanes, tras su reunión esta semana con Quim Torra, ya se lo vimos hacer, más o menos, a otros Gobiernos anteriores. Cómo no recordar la ‘operación diálogo’ de Soraya Sáenz de Santamaría o sus reuniones con los máximos dirigentes de ERC para hablar de todo, salvo de la independencia. Y nunca funcionó, porque el final siempre era el mismo: queremos votar. Sánchez le ha propuesto al 'president' de la Generalitat volver a impulsar la comisión bilateral con el Estado y retirar en el TC el veto a algunas leyes sociales. Además, resucitó ante Torra en la Moncloa su concepto de España como “país de naciones”.
Al margen de que no sabemos qué es eso, hay que recordar que Sánchez no siempre ha pensado así. Pero bueno, ahora está en ese punto, más que en el de organizarse mítines con banderas gigantes de España. Realmente, ahora ya ni comparece. El caso es que Sánchez, aparentemente, se está moviendo. Torra, en cambio, no. Él le ha dicho al presidente del Gobierno que el único camino posible es la autodeterminación. Siempre creí que los políticos hacen bien su trabajo cuando solucionan los problemas, no cuando tensionan a los ciudadanos o se empecinan en el error.
Que Torra insista en el mismo camino, exactamente el mismo, que ha llevado a personas a la cárcel, es inaudito. Pero, además, el sucesor de Puigdemont le pidió a Sánchez una solución para los presos y exiliados. Demuestra así que Torra se pasa la división de poderes por el arco del triunfo. El procedimiento es judicial, no político. Pretender que Sánchez tuerza la mano de los tribunales evidencia, como mucho, amplios conocimientos de las técnicas de propaganda. La sugerencia es terrorífica. En todo caso, creo que, por encima de la búsqueda de una solución, el líder socialista está tratando de construir un relato: yo me he movido, lo he intentado, he hecho todo lo que estaba en mi mano, dentro de la ley, y si no hay avances, será responsabilidad de los independentistas. Torra sigue en sus trece y así va a ser, porque el ala más dura del secesionismo ya ha pedido su dimisión, tras su visita a Madrid (“República o nada”). No podría dar un paso atrás, aunque quisiera.
A mí la posibilidad de mantener una interlocución entre ambas partes me parece, sin duda, interesante. Aunque todos hagan como si Sánchez nunca hubiera apoyado la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Lo que me parece realmente absurdo es mejorar las formas, pero mantener las ideas de fondo. Porque el final de ese camino es más tensión y una mayor frustración. A los políticos les pagamos, insisto, por solucionar los problemas, no para posponerlos.
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