La hoguera

Sordos de tanto oírnos

Una violación múltiple es algo tan atroz que no podremos redimirnos en una sentencia

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Juan Soto Ivars

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El día de la sentencia a 'La manada' escribí un artículo exaltado donde criticaba a unos jueces que no habían visto violación donde la había. El público aplaudió, pero entendí que el abuso y la agresión jurídicos no son equivalentes a los del diccionario. Comprendí que ambos señalan una violación, así que escribí otro artículo donde dije que, aunque la muchedumbre furiosa pudiera desagradar, en verdad tenía razón. Esta vez aplaudieron menos.

Apagué las redes, apagué la televisión y seguí pensando, seguí leyendo. Me dije que hay violencia en cualquier violación pero razoné que es perfectamente lógico que una violación con palos y golpes sea castigada con más severidad que una violación sin palos ni golpes. Mientras pensaba esto, los políticos salieron a criticar a los jueces. Escribí otro artículo, ahora lleno de dudas, donde alertaba del peligro para la separación de poderes que supone que los políticos ladren a los jueces. Esta vez no aplaudió nadie pero seguí leyendo, seguí pensando.

Daniel Gascón, mano firme del articulismo español, mente lúcida y fría, publica en 'Letras Libres' un texto certero que leo con pavor. Releo después lo escrito por mí y me reconozco en lo que él esta criticando, que es lo mismo que siempre critico yo. Constato, y es duro, que me he dejado arrastrar por el asco y la emoción, que he sido irreflexivo y rápido, que he estafado a mis lectores: a los que aplaudieron y a los que no. Dije que, en el periodismo, la obsesión por contarlo primero se ha comido al deber de contarlo bien, y ahora tengo que admitir que yo he sido un ejemplo de esto.

Delante de asuntos vitales

Me han pedido otro artículo sobre 'La manada' y las reacciones de la red, donde convive el repudio a los jueces y las leyes con la maledicencia de quienes, desde el machismo más morboso, pretenden difundir la identidad de la víctima. Me siento a las teclas pero me doy cuenta de que no puedo criticar nada. ¿Cómo señalar en otros lo que yo mismo he alimentado?

'La manada' y su sentencia nos ponen ante algo doloroso y delante de asuntos vitales. Uno es la distancia entre el lenguaje judicial y el que nosotros usamos, otro es el espanto de la sociedad ante una violación como esa, también las bocachancladas de los legisladores y periodistas populistas y la perturbadora visión de un juez en el voto particular. Pero esto también debe ponernos frente al espejo.

Me miro y os digo que he hablado de más, que he pensado en caliente y he cometido el único pecado que juré que no cometería jamás: publicarlo. Así que no escribo de redes sociales, sino que uso estas líneas para hacer autocrítica y pediros perdón. A los jueces que ataqué, a las redes por las que me dejé alentar y a cada lector, el que me aplaudió y el que no lo hizo.

Una violación múltiple es algo tan atroz que no podremos redimirnos en una sentencia. En mis tripas sigue la sensación de que algo está torcido, pero la insatisfacción ya no me alivia ladrando. Nuevas dudas surgen ahora, nuevos pensamientos se abren camino, así que dejo la tecla quieta en esta línea.