Análisis

Ulises y la tortuga

A los aviones les retiene la paradoja del movimiento: la suma de infinitos términos puede ser finita

Colas en el aeropuerto de El Prat.

Colas en el aeropuerto de El Prat. / periodico

Josep-Francesc Valls

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Me preguntan por qué se producen tantos retrasos en el aeropuerto de El Prat. Tres aproximaciones a una respuesta coherente. La primera tiene que ver con mi padre, ferroviario, que cuando el rápido de Bilbao y Zaragoza llegaba unos minutos tarde por la mañana a la estación de Reus, sentenciaba que los expresos de la noche se retrasarían mucho más. No disponía de estadísticas ni de algoritmos. Los trenes de la mañana arrastraban para mal durante todo el día y las tardes se hacían largas en la estación.

Para la segunda aproximación, me acojo a una de las cuarenta paradojas de Zenón, la de Ulises y la tortuga. Para demostrarla defiende que un corredor veloz nunca alcanzará a uno lento si aquel le da la ventaja del sobrado. Por ello, el de los pies alados nunca adelantaría en una carrera a uno de los animales más lentos de la tierra. Traducido al sector aéreo, Zenón quizá afirmaría que por muy rápido que vuelen los aviones, al final tienen que atravesar el desfiladero -o el embudo- del aeropuerto, de las normas de tráfico del cielo, de los condicionantes meteorológicos, y, cómo no, de la conducta de las personas que trabajan y las de los viajeros. Por muy deprisa que hayan llegado a su destino, los aparatos deberán esperar su turno para aterrizar, pasar los controles, recoger las maletas, recorrer centenares de metros, verse obligado a transitar por zonas de 'shopping'. No dependen de la velocidad crucero, ni de la pericia de sus pilotos, ni de la amabilidad de las azafatas y del personal de vuelo. A los aviones les retiene la paradoja del movimiento: la suma de infinitos términos puede ser finita.

Y la tercera aportación a una respuesta coherente de por qué se retrasan los aviones en El Prat me vino a la mente el domingo por la noche al regresar a Barcelona tras la final del Mundial de fútbol. Empezaron las retenciones cuando la presidenta de Croacia abrazaba a los últimos de sus futbolistas. ¿Me puede alguien explicar por qué íbamos a paso de tortuga si luego resultó que al acercarnos a Barcelona todo estaba mucho más despejado? La congestión del tráfico terrestre no solo es proporcional al número de vehículos, sino que tiene que ver con el cúmulo de actitudes individuales de los conductores. Retiene más un pequeño incidente que cientos de coches saliendo de un estadio a la vez.

El retraso del rápido, la paradoja del movimiento de Zenón, las retenciones del domingo, ¿por qué prefiguran el caos que avanza en El Prat? A pesar de ser un aeropuerto que todavía no se ha saturado y tecnológicamente se encuentra entre los más avanzados, el mecanismo se estresa cuando llegan las temporadas altas. Se acumulan las pequeñas incidencias cotidianas. Las medianas, por culpa del optimismo – “realizaremos cinco o incluso seis saltos al día”; o “gracias al 'yield management', los aparatos van llenos”-. Y las grandes, que tienen que ver con la meteorología, los imponderables varios –no cuesta el mismo tiempo por ejemplo embarcar vuelos con un 50% de ocupación promedio que de un cien por cien- y el trabajo de las personas, que, en los últimos tiempos, tiende a ser el menos valorado de todos los factores productivos.