MIRADOR
Artur Mas, narcisismo destructor
Nadie puede tomarse en serio la refundación de CDC si el 'expresident' sigue al frente del proyecto
Joaquim Coll
Historiador
Tras la confesión pública que hizo Jordi Pujol, en el 2014, de que era un defraudador fiscal, en CDC corrieron a anunciar su refundación. Pretendían echar al mismo vertedero los graves casos de corrupción del partido y los escándalos de la familia Pujol-Ferrusola. Se trataba de confundir en el imaginario público ambas cosas y hacer tabla rasa con un pasado que iba a salpicarles durante décadas. La propuesta tenía la virtud de que podía vestirse políticamente. CDC se había vuelto independentista y el Govern de Artur Mas estaba preparando entonces la consulta soberanista del 9-N que, inevitablemente, iba a desembocar en nuevas elecciones.
Hoy está claro que el anuncio de la refundación ha sido solo una forma de ganar tiempo. Mucha prisa no había, pues de eso hace dos años. Tampoco nadie puede tomarse en serio la refundación que empieza este viernes si Mas sigue al frente del proyecto. Anunció su decisión sin justificar que llevaba mandando 16 años en el partido y con una trayectoria política que se remonta a mediados de los 80. Como excusa podría alegar que CDC se refunda ideológicamente pero sin apenas renovación de cargos. Pues tampoco. Mas liquida a toda la dirección del partido, excepto a él mismo.
Imagino que ahora mismo debe haber en marcha una revuelta interna. Porque la figura de Mas es sinónimo de fracaso, se mire como se mire. Se lo ha cargado todo, empezando por el sistema de partidos. Como líder ha llevado a su formación al desastre. Anticipó dos veces las elecciones para dar rienda suelta a un momento histórico excepcional, que acabó siempre situándolo en una posición de mayor debilidad. En el 2012 a manos de ERC, y en el 2015 de la CUP, hasta ser decapitado como 'president' por exigencia de los anticapitalistas. Ha destruido el centroderecha nacionalista, CiU, que tanto poder había acumulado. Unió está hoy fuera de las instituciones y Convergència ha sufrido el 'sorpasso' de ERC. Su apuesta separatista ha sido profundamente antipatriota, pues ha dividido a la sociedad catalana en dos mitades, justo lo que en el 2010 dijo que no haría.
En sus decisiones hay un narcisismo destructor, un egocentrismo que le lleva a firmar sus artículos como 129º 'president' de la Generalitat, ridículo que no había cometido nunca nadie. Ahora lo intenta disfrazar prometiendo que su liderazgo en el nuevo partido será compartido, limitado en el tiempo y que su figura no será omnipresente. Pero propone hacer tándem con Neus Munté, cuya dedicación sí que estará limitada por el hecho de ser 'consellera' del Govern. Entre la nueva dirección ejecutiva de 12 miembros, compuesta por muchos jóvenes y mujeres, no habrá ningún otro cargo que le pueda hacer sombra. CDC se refunda pero no se sabemos muy bien para qué. Lo único seguro es que Mas va a seguir mandado, lo cual a Carles Puigdemont no debería dejarlo muy tranquilo.
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