Planear para combatir la contaminación

Respirar aire de buena calidad: una prioridad política y social

La calidad del aire no es una cuestión que compete sólo a las autoridades municipales, sino que requiere de su coordinación con las autoridades autonómicas, que también ostentan competencias en esta materia

Aspecto de Madrid como consecuencia de la elevada contaminación.

Aspecto de Madrid como consecuencia de la elevada contaminación. / vls

Jaime Gil-Robles - Director de la Plataforma X Aire Limpio

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La necesidad de mejorar la calidad del aire en las ciudades es una cuestión perentoria de salud pública. Gracias a numerosísimos estudios epidemiológicos, sabemos que existe evidencia científica sobre la incidencia de una mala calidad del aire en la vida de los ciudadanos. El Instituto de Salud Carlos III de Madrid estima que, cada año, mueren en España 2.700 personas por problemas derivados de una mala calidad del aire relacionados con el impacto de las emisiones de NO2. El año pasado, el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente publicó un detallado estudio sobre el impacto en la salud de las emisiones de las instalaciones de producción de electricidad con carbón que existen en España, en el que se estimaba que, además de su coste en vidas, suponen un coste económico asociado de entre 880 y 1.667 millones de euros.

La calidad del aire es una responsabilidad de todos

Estos datos ponen en evidencia que cualquier estrategia que quiera ponerse en marcha para mejorar la calidad del aire requiere de hacerlo desde la óptica de la necesidad de salud pública. No es una cuestión que competa sólo a las autoridades municipales, sino que requiere de su coordinación con las autoridades autonómicas, quienes también ostentan competencias en materia de calidad del aire. Pero no solo con ellas: también con la administración general del Estado, que a la postre es quien responde ante las autoridades europeaslas autoridades europeas por aquellas infracciones en las que incurre o pudiera incurrir a futuro nuestro país, pero sobre todo porque hay actuaciones necesarias para la mejora de la calidad del aire sobre las que las autoridades municipales no tienen competencias.

Las administraciones competentes deberían poner en marcha planes de calidad del aire que identifiquen perfectamente las causas de la contaminación y su evolución, para poder establecer las medidas correctoras necesarias. Un plan de mejora de la calidad del aire no puede contemplarse sólo como un plan de movilidad urbana, ya que existen muchas otras fuentes de emisión que pueden contribuir al problema. Me refiero a las que pueden tener su origen en sistemas de calefacción urbana o en actuaciones urbanísticas o en las de carácter industrial, entre otras.

Las circunstancias y realidades del entorno

Por todo ello, un plan de calidad del aire, como por ejemplo el de Madrid o el de Barcelona, debe abordar la totalidad de las fuentes de emisión y para su elaboración no sólo debe tener en cuenta las aportaciones que hacen los expertos, sino las de los numerosos colectivos afectados. Porque cada plan debe adaptarse a las circunstancias geográficas, sociales y económicas del entorno para poder alcanzar el resultado esperado, movilizar a todas las partes afectadas y, sobre todo, adoptar medidas de carácter estructural y no circunstancial.