La clave
El "realismo", a examen
En la constitución del Parlament, la mayoría independentista debe demostrar si opta por apaciguar el conflicto con el Estado o por exacerbarlo
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Las (tardías) llamadas de ERC y el PDECat al "realismo"ERCPDECat, a las que Carles Puigdemont hace por ahora oídos sordos, están pendientes de contraste. Los primeros pasos que dé este miércoles el Parlament marcarán la tónica de la nueva legislatura: el apaciguamiento del conflicto con el Estado o la exacerbación del mismo. No es un mera disquisición reglamentaria. La constitución de la Cámara somete a examen los verdaderos propósitos de cada partido.
Conviene tener en cuenta que la presidencia, las dos vicepresidencias y las cuatro secretarías de la mesa del Parlament se eligen en tres votaciones separadas, de modo que, con los resultados del 21-D, Ciutadans, Junts per Catalunya y ERC tendrán dos representantes cada una, y el séptimo será para el PSC. Para que así sea, basta con que el independentismo pacte el nombre del presidente (o presidenta) y que cada grupo vote a sus propios candidatos para cada cargo.
Para sellar este reparto, tanto da que voten los 135 electos o que se prive de hacerlo a los cinco de Bruselas y a los tres encarcelados: a JxCat, ERC y la CUP les bastan los 62 escaños restantes para copar las cuatro plazas. La mayoría independentista en la mesa solo peligraría si PSC, Catalunya en Comú-Podem y PP ofrendasen la presidencia a C's, pero los 'comuns' ya lo han descartado.
¿LOS LETRADOS O EL JUEZ?
Aun resultando ocioso, la Mesa de Edad, copada por Esquerra, puede ignorar el criterio de los letrados del Parlament y aceptar el voto delegado de los presos --tal como ha sugerido el juez Pablo LlarenaPablo Llarena--, e incluso el de los fugados. Puesto que el reglamento no lo permite, la votación sería impugnada y suspendida por el Constitucional, de manera que la Cámara debería escoger de nuevo entre acatar o, en defensa de la mesa 'legítima', desobedecer al alto tribunal. Y vuelta a empezar.
La constitución del Parlament es pues el entrante de la gran disyuntiva que afronta el independentismo: desafiar al Estado mediante una investidura virtual de Puigdemont, a riesgo de perpetuar la tensión y el 155, o nombrar a un 'president' que presida un Govern que gobierne. Esperemos que esta vez corten el cable correcto.
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