LA CLAVE

Puigdemont, ¿el último traidor?

El 'expresident' aparca la vía unilateral y aboga por un diálogo a largo plazo. Solo falta que sus apologetas revelen por qué esta nueva contorsión es otra "jugada maestra"

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Jordi Turull

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Jordi Turull / JULIO CARBÓ

ENRIC HERNÀNDEZ

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En su libro-entrevista ‘La crisi catalana. Una oportunitat per a Europa’ (La Campana), Carles Puigdemont pasa página —o finge hacerlo— tanto del supuesto “mandato democrático” del 1-O como de la vía unilateral. El ‘expresident’, afincado en Bruselas mientras la mitad de su Govern sigue entre rejas, se declara “preparado” para entrar en prisión, reconoce que el referéndum de autodeterminación “queda muy lejos” y, paciente, aboga por un diálogo a largo plazo con el Estado, sin descartar que el desenlace del mismo no sea la independencia.

Por menos de esto, en los últimos meses la claca de Junts per Catalunya y demás idólatras de Puigdemont han lapidado —no solo en las redes sociales— como herejes al diputado Joan Tardà y a otros dirigentes de ERC que han abjurado del unilateralismo. De hecho, una ANC profundamente dividida se debate entre no hacer nada y lanzar un ultimátum al ‘president’ Quim Torrao implementa ya la república, o convoca elecciones. 

¿Será Puigdemont el último traidor del independentismo? ¿Acaso ya ni siquiera Él supera el exigente test de pureza soberanista? Paciencia. No a mucho tardar sus apologetas nos revelarán por qué la penúltima cortorsión del ‘president legítim’ constituye, de nuevo, una “jugada maestra”. Al tiempo.

CONDUCTA BIPOLAR

No olvidemos, entretanto, que hasta hace poco JxCat exigía al presidente del Parlament, Roger Torrent, que incurriera en desobediencia al Constitucional para investir al ausente Puigdemont. Ni que los posconvergentes pretendieron desacatar el auto del juez Pablo LlarenaPablo Llarena no para defender a los diputados presos, pero sí para salvar el acta de Puigdemont. Ni que el propio Torra, en estas páginas, alertó de que "el mandato del 1-O irá adelante si España no negocia".

Esta conducta bipolar se aprecia también en las confesiones desde Waterloo: si el Doctor Jeckyll se desentiende de la declaración unilateral de independencia (DUI) por él promovida hace un año, Mister Hyde emplea un lenguaje belicista (“estamos en guerra con España”) y dice temer que la "guerra sucia del Estado" acabe con su vida. Curiosa forma de tender la mano al diálogo.