La clave
No eran terrorismo
La rectificación del juez con los CDR ha arrojado luz sobre una reforma penal contra el terrorismo que, esta sí, supone una regresión democrática
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
El titular de nuestro editorial de este miércoles era inequívoco: "Las acciones de los CDR no son terrorismo." Así lo refrendaron media docena de prestigiosos juristas consultados por EL PERIÓDICO, quienes, aun estimando que la imputación tenía cabida textual en el Código Penal, juzgaban un despropósito imputar un delito de terrorismo a los Comitès de Defensa de la RepúblicaComitès de Defensa de la República. El juez de la Audiencia Nacional Diego de Egea, el mismo que aceptó la denuncia de la fiscalía y autorizó la detención de Tamara Carrasco por este cargo, les ha dado la razón al dejarla en libertad acusándola solo de desórdenes públicos.
Algunos políticos jalearon la primera decisión judicial. Otros no valoraron la acusación de terrorismo, pero subrepticiamente la avalaron al aludir a los CDR como "comandos". Y unos cuantos, por fortuna, rechazaron la aplicación de la ley antiterrorista.
En un análisis de inteligencia, la Policía Nacional diagnostica que el empoderamiento de los CDR refleja la "frustración" de muchos independentistas tras el 1-O, la sensación de que por vías pacíficas no lograrán sus objetivos y una "mayor aceptación de la violencia", lo que podría derivar en un "enfrentamiento civil". Constituyen un síntoma inquietante, si se quiere una potencial amenaza, pero en absoluto una banda terrorista.
UNA JUSTICIA GARANTISTA
Con la misma vehemencia con que aprovechó la acusación de terrorismo para tachar a España de dictadura, el independentismo debería reconocer que esta marcha atrás apuntala la separación de poderes y el carácter garantista de la justicia española, no por ello exenta de errores y excesos. Si un juez ha rectificado en apenas 48 horas, ¿dónde está escrito que el Supremo, llegada la vista oral, no pueda desistir del cargo de rebelión contra los líderes del 'procés'?
Este episodio, por cierto, arroja luz sobre la reforma del Código Penal del 2015 que, so pretexto de la amenaza yihadista, amplió 'ad nauseam' la definición del delito terrorista, con el apoyo del PP, del PSOE y... también el de CiU. Urge reconsiderar una ley que, aplicada sin mesura, acarrearía, esta vez sí, una regresión democrática.
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