LA CLAVE
Los deberes de Sánchez
Al presidente no le bastará con mostrar la tesis doctoral: si quiere apurar la legislatura tiene que poner orden en el Gobierno y evitar más errores no forzados
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
Enric Hernàndez
A lo largo de su carrera, a Pedro Sánchez lo han ninguneado, menospreciado, desautorizado, abatido e incluso expulsado de la esfera política. Y no sus adversarios, sino sus correligionarios. Desde el degüello politico de Adolfo Suárez, ningún líder español había sufrido un acoso doméstico tan virulento como el experimentado por el secretario general del PSOE.
Tras resucitar en las primarias y derrocar a Mariano Rajoy, contra pronóstico en ambas ocasiones, a Sánchez las puñaladas ya no le llegan por la espalda. Bastante tiene con las dagas de la triple alianza que conforman el PP, Ciudadanos y el periodismo adicto. Sin juzgar la calidad académica de su tesis doctoral, la infundada acusación de plagio y el ‘spoiler’ de Albert RiveraAlbert Rivera reflejan el temor de los conservadores a que el líder socialista se afiance en la Moncloa y elija a placer el momento más propicio para llamar a las urnas.
Cuando se abre la temporada de caza mayor, no es prudente gastar pólvora en salvas. El tiro de la tesis les ha salido por la culata a Rivera, al corrérsele el rímel curricular, y a Pablo Casado,Pablo Casado quien, en puertas de la imputación en el Supremo, exige transparencia al presidente mientras oculta su (presunto) trabajo de fin de master. Pero errarán los estrategas de la Moncloa si cantan victoria. Esto no ha hecho más que empezar.
Sucesión de deslices
Dada su precariedad en el Congreso, Sánchez deberá sortear no pocas zancadillas parlamentarias, por lo que sería aconsejable que su Gobierno no cometiera tantos errores no forzados. Al cese de dos ministros en 100 días se suma la negativa inicial de Sánchez a prescindir de ellos; y el intento de regatear la defensa del juez Pablo Llarena en Bruselas, Pablo Llarena luego rectificado; y la descoordinación entre el presidente y su titular de Industria sobre el gasóleo; y el lacerante episodio de la venta de bombas a Arabia Saudí...
Si quiere apurar la legislatura, Sánchez debería poner orden en el patio trasero del Gobierno. Afinar los mensajes. Evitar improvisaciones. Coordinar mejor la toma de decisiones, calibrando pros y contras. Un gabinete deslavazado ofrece un blanco demasiado fácil.
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