CIENCIA

¿Qué nos impide hacer investigación?

La actividad científica se encuentra en nuestro país en un entorno poco favorable a la libertad y la creatividad que son necesarias para una ciencia de calidad

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Pere Puigdomènech

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Hacer investigación científica no ha sido nunca una tarea fácil. Es una profesión que implica unos periodos de formación largos, a menudo en diferentes lugares, es muy competitiva y no suele proporcionar ni grandes sueldos ni dosis de poder o de fama mediática. Pero es un trabajo muy atractivo para aquellos que quieren poner su inteligencia frente a los retos constantes que implican hacer preguntas sobre el mundo en el que vivimos. En estos momentos investigar en nuestro país es aún más difícil. Los motivos son muy diversos.

Seguramente la primera razón que limita la posibilidad de hacer investigación en nuestro país es la falta de oportunidades para encontrar trabajo en el sector. Según el informe de la Fundación COTEC para el 2017 el número de investigadores por 100.000 habitantes en España es de 6,6, una cifra por debajo de la media europea que es de 7,8 y lejos de la de los países más innovadores. Desde el 2014 el número de investigadores en los organismos públicos y el de profesores de las universidades ha ido disminuyendo hasta el punto de que en el 2017 son el 90% de lo que eran en el 2010. Algunos de los trabajos son realizados por profesionales con contratos temporales y de baja remuneración, mientras aumenta la edad media de investigadores y profesores. Ha habido programas del Estado como el Ramón y Cajal para jóvenes investigadores y el programa ICREA de la Generalitat que han resuelto parcialmente el tema pero que no atacan el problema de fondo.

La disponibilidad de recursos

Una segunda limitación para realizar investigación en nuestro país es la disponibilidad de recursos económicos. En la mayoría de las disciplinas científicas se necesitan recursos que a menudo son importantes. Los materiales para la investigación y el acceso a instrumentos tienen costos crecientes que aportan las instituciones públicas o las empresas. También en este punto los recursos económicos han ido disminuyendo en los últimos años hasta un 30%. Esto a deja España como uno de los pocos países de nuestro entorno que retrasan el compromiso europeo de mantener buenos niveles de inversión en investigación respecto a su PIB.

España es uno de los pocos países de nuestro entorno que no tiene un buen nivel de inversión en investigación respecto a su PIB

Sobre estos factores estructurales que impiden investigar en nuestro país se añaden otros. Algunos de ellos son generales a la investigación a nivel global. Por ejemplo, existen limitaciones para investigar utilizando individuos humanos, sus muestras o sus datos. También hay legislación sobre la experimentación con animales, con organismos patógenos o los modificados genéticamente. Y hay también normas inherentes a la integridad de la investigación científica que se hacen explícitas en códigos de buenas prácticas. Todo ello no debe verse como un límite a la misma práctica científica sino como el conjunto de orientaciones que hacen a la ciencia coherente consigo misma y creíble para la sociedad. La función de los científicos es colaborar en que haya proporcionalidad entre los objetivos de las reglas y los de la investigación.

Más complicado es actualmente sobrevivir a un entramado de normas administrativas y fiscales que cabalgan una sobre otra dificultando el trabajo de la investigación. Un día son cambios en la norma de devoluciones del IVA y los centros de investigación sufren reclamaciones de cientos de miles de euros de años atrás creando una emergencia económica grave. Otro día son normas de compras y de contratación que aplicadas a la investigación paralizan su actividad. O la proliferación de auditorías cada una con criterios diferentes y con normas siempre limitadoras de la actividad científica.

Controles sucesivos y arbitrarios

Las administraciones de los centros se ven obligadas a dedicar tiempo y esfuerzos a responder a demandas que no se justifican más que en términos económicos. Cuando las normativas no tienen en cuenta de qué manera se puede gestionar la búsqueda de la manera más eficiente posible, hay que preguntarse si no hay una verdadera malversación de fondos públicos en el establecimiento de controles sucesivos y arbitrarios.

La actividad científica actual se encuentra en nuestro país en un entorno poco favorable a la libertad y la creatividad que son necesarias para hacer una ciencia de calidad. Hay leyes y reglas internas a la ciencia que orientan la forma en que se hace ciencia y pueden de hecho favorecer que sus resultados sean aceptables por la comunidad científica y por la sociedad. Pero aquí, por encima de la falta de políticas presupuestarias y de personal que permitan una ciencia competitiva, se están estableciendo unas normas administrativas que crean dificultades incoherentes para la gestión de la investigación. Y para los científicos se hace muy difícil convivir en un entorno basado en el absurdo.