DOS MIRADAS

Arte singular

Solo reniega del estilo quien ha logrado asumirlo como propio, quien lo ha encontrado a base de trabajo o de inspiración

De izquierda a derecha, Belatz, Marko, Mikel Urmeneta, Txema Sanz y Asisko, con el logo de Katuki Saguyaki.

De izquierda a derecha, Belatz, Marko, Mikel Urmeneta, Txema Sanz y Asisko, con el logo de Katuki Saguyaki. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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El 26 de septiembre de 1961, Armand Obiols escribía a Mercè Rodoreda: "Trabaja con calma, porque has llegado a encontrar lo que muchos escritores no acaban de encontrar nunca: un estilo". Es lo que Valéry llamaba l’'art singulier', tal vez el tesoro más codiciado por un artista, la manera de imponer su visión del mundo. Y aún más: la forma en que esta visión se manifiesta y, por tanto, se convierte en singular, única. Los hay que luchan contra el estilo justamente para que no se los coma, para no verse engullidos en la necesidad o el temor de repetirse, bien por pereza, por desidia o para contentar a sus señoras tías.

No hay nada peor que plagiarse uno mismo, por eso ha habido pintores que se han atado una mano en la espalda, para poder pintar con la otra como si no fueran ellos. Pero solo reniega del estilo (o lo varía o retoca) quien ha logrado asumirlo como propio, quien lo ha encontrado, a base de trabajo o de inspiración.

Por eso es tan sorprendente la sentencia contra el dibujante Mikel Urmeneta. Más allá de las disputas empresariales y los legítimos derechos de cada uno, en esta historia de toros y cuernos, ahora resulta que el creador de Kukuxumusu deberá dibujar cosas "nuevas y originales" porque si continúa con su estilo habitual, puede volver a recibir una citación del juzgado. Es decir: por un pleito administrativo debe renunciar a ser lo que era, porque es en el estilo donde se esconde la personalidad del creador. El estilo es el alma. Y ¿cómo te deshaces de ella?