Libre comercio

Sushi de carne

El estímulo desproteccionista del acuerdo entre Japón y Europa es un empuje para la viña controlada por pocas empresas y para un sector porcino que ya se frota las manos

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Gustavo Duch

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Ante la alegría desatada por el acuerdo de libre comercio entre Japón y Europa, tengo una opinión crítica. Efectivamente, ya he podido leer la nota de prensa de Prodeca, la empresa pública adscrita al Departament d'Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació de la Generalitat de Catalunya dedicada a la promoción de los productos agroalimentarios catalanes en el mercado nacional e internacional, donde explica que la supresión de aranceles entre ambos mercados supondrá un ahorro de 12,5 millones de euros. En concreto, 12,5 millones de ahorro que se convertirán en un beneficio neto para las grandes industrias catalanas de la agroexportación de vinos, cavas y producción de carne de cerdo pues, a partir del 2019, dejarán de pagar aranceles de entre un 4,3 y un 15%.     

Con estos datos situados mi análisis particular es claro. Este estímulo desproteccionista es un empuje para la consolidación y avance de dos modelos productivos en Catalunya que pocos beneficios generan directamente a su población: la viña controlada por pocas empresas que son las máximas acaparadora de ayudas de Europa y el sector porcino que ya se frota las manos. Pero, ¿se ha parado a pensar la Generalitat qué significa que unas empresas ganen más dinero criando más cerdos?

Les explico, significa más desaparición de las pequeñas ganaderías que fijan verdaderamente población en el territorio y lo mantienen vivo; significa más trajín por autopistas y barcos de cerdos y lechones combustiendo petróleo y emitiendo CO2; significa más purines contaminando todavía más tanto la tierra como el agua de nuestro territorio; significa mayor dependencia, para engordar más cerdos, de la soja transgénica de Sudamérica que allá devasta sus posibilidades agrarias; y significa, desde luego, una tensión mayor para un eslabón de esta cadena alimentaria que consigue precios de carne muy económica a partir de explotar en los mataderos a trabajadores y trabajadoras muchas veces de origen migrante.

Me sube el colesterol, perdonen.