La clave

Aragón, Catalunya y el 'procés'

Que la expansión de Ibercaja en Catalunya y de Bonàrea en Aragón llegue en plena efervescencia política habla de que el tan anunciado choque de trenes no frena el crecimiento económico

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, y el de Grup Guissona, Jaume Alsina, en la firma del convenio para construir un centro en Épila.

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, y el de Grup Guissona, Jaume Alsina, en la firma del convenio para construir un centro en Épila. / periodico

JUANCHO DUMALL

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En los últimos días se han producido dos noticias que hablan, y muy bien, de las buenas relaciones económicas entre las comunidades vecinas de Catalunya y Aragón. El miércoles, Ibercaja daba a conocer en Barcelona su 'Plan + Catalunya' con el que la caja aragonesa, una de las pocas supervivientes de la última gran crisis financiera, aspira a aumentar en 1.900 millones su volumen de negocio en esta comunidad de aquí al 2020. Ibercaja abrirá cuatro oficinas más y tres centros de negocio.

Dos días después, el presidente del grupo alimentario Guissona (Bonàrea) anunciaba una inversión de 400 millones de aquí al 2021 en la localidad zaragozana de Épila, lo que puede suponer la creación de 4.000 puestos de trabajo.

UN PROCESO QUE "NO VA DE FRONTERAS" 

Que ambos proyectos se presenten en plena efervescencia política previa al juicio del 'expresident' Artur Mas por el 9-N habla de que el tantas veces anunciado choque de trenes no frena la expansión económica. Lo explicaba así el consejero delegado de Ibercaja, Víctor Iglesias Ruiz: «La sociedad catalana lleva años de incertidumbre política y esto le impide crecer a más velocidad. Pero cara al negocio de Ibercaja pesan más los aspectos positivos de la economía catalana y de su importante tejido empresarial». Por su parte, el presidente del grupo Guissona, Jaume Alsina, afirmaba el viernes en Zaragoza: «Nosotros nunca nos metemos en política».

Los portavoces del soberanismo siempre han dicho que el proceso independentista «no va de fronteras», conscientes de que levantar aduanas en estos tiempos resultaría tan antipático como antieconómico. Y aunque en estos años hayan proliferado argumentos tremendistas que hablan de muros y de fronteras, lo cierto es que quienes toman las decisiones económicas no contemplan escenarios dramáticos.

DOS VELOCIDADES

Vivimos en una Catalunya de dos velocidades. La de la política, atrapada por compromisos, calendarios y hojas de ruta, y la de los negocios, que vive sin la angustia de cuándo y cómo acabará la legislatura y aprovecha a tope el viento de cola de la economía tras el batacazo de la crisis.