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MERCHE NEGRO

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"Hagamos de esta fábrica un lugar para soñar, un lugar de esperanzas de ideas, para cambiarlo todo".

Acabo de escucharlo desde mi pequeño espacio de trabajo, y quien dice trabajo dice de grito. Aunque últimamente he aprendido que es mejor escuchar que gritar, no escribir tanto y miraros bien concentrada y con el ceño fruncido. Porque con los ojos y el gesto decís mucho, ya casi nos y os faltan las palabras, pero es que nos las están quitando para que, por no usarlas no se digan, y no se escuchen, y no se entiendan, ni repitan, ni se enreden con otras mejores también vuestras, que construyan frases que vengan embarazadas con soluciones.

Y un poco a la búlgara, a lo negativo y antipático, también creo que mucho ruido es igual a pocas nueces, en la izquierda también. Incluso cuando el ruido son espacios en prime time, en esos programas que vemos casi todos ahora que el entretenimiento ha visto en la crispación política, en la degradación de España, el ring de barro que tanto nos atrae, para ver quién cae, y quién cae más bajo, más feo, más humillante, siempre que nos quepa en 140 caracteres y podamos ser los primeros en destriparlo y alzarnos con el premio algorítmico de las redes.

Pero hablábamos de una fábrica. Donde hoy hay más de mil personas en Barcelona hablando de temas que importan, y no solo hablando sino construyendo.

Y nada, aquí llegan las susceptibilidades. Quien convoca es unas siglas. En realidad dos, que ni en esto de la antipolítica somos capaces de negar la realidad de la obsesión catalana por asociarse unos con otros, aquí son ICV y EUIA. La izquierda que según unos es la correcta, según otros, tiene mucho que callar y mejorar, y los de más allá niegan la mayor y pretenden extraer el adn de la lucha ciudadana, obrera y que cambia las cosas de una pedrada a un camión de mossos.

Y así, en una pensada rápida mientras escucho la música 'country-brit' que me ponen en el estreaming del evento, porque como os he dicho no estoy allá, os doy un tantito de razón a todos. Ni estas siglas responden a todas nuestras dudas, ni mucho menos he venido aquí a defender todo lo que lo han hecho o más os digo aún, cómo lo han hecho. Con lo importante que es esta tarea de explicar y que ni con aceite de ricino se entiende, en esta izquierda que reivindica tanto la organización (se lo compro) y tan poco la comunicación (les reclamo)

Pero, ¿sabéis qué?, esta izquierda de siglas sí, de partidos con presencia institucional, es la que ha dado un paso. El paso que, los que les negamos la utilidad no estamos dando aquí sentados en nuestra silla, sofá o en un andén esperando que llegue nuestro metro que nos lleve a allá donde queramos ir.

Pues os digo una cosa: en la línea 1, la roja, en la estación de Sant Andreu, nada más salir, está la fábrica de la que os estoy hablando. Y están debatiendo por grupos ahora, en lo que leéis esto, sobre las cosas en las que tú piensas y sobre las que seguro tienes mucho que decir, porque se está hablando de qué sociedad queremos construir los que hemos identificado las líneas rojas --no las de metro, si es que yo me embalo y al final os enredo, ya lo siento--: las otras, las de nuestros derechos sociales y económicos que algunos han traspasado y con las que se han hecho pinchos morunos, tal cual, ensartándonos a nosotros, uno tras otro, tras otro, y otro más, y sin preguntar si nos duele. Derechos que además de conquistar, hay que defender, como he escuchado también mientras me terminaba el café y pensaba en las mil cosas que me impiden estar ahí, pero mira, aún te puedo contar aquí.

Si te pasas verás que militantes hay algunos, pero muchos más --y creo que cientos se han quedado fuera-- que no lo son.

Y es que hasta donde yo sé, no hace falta carnet de nada, tampoco el dni que decide de qué nacionalidad eres o quieres ser, para hablar de por dónde seguir, que no empezar, si es que todos ellos y tú también, ya habéis empezado a cambiarlo todo. Que esta es la gran cosa que se está diciendo hoy: que no se empieza de cero, que ya estáis, estamos, están ahí. Y estaremos, que ya hemos cogido carrerilla.

Están hasta la hora de comer, aviso, esperando que aparezcas y como se dice en catalán, "digues la teva". Lleva tus cerillas porque, ni calienta el fuego de ayer que hicieron unos, ni el nuevo que hagan otros por su lado. Me explican que hay que hacer uno nuevo, y que te necesitan. Lo creas o no, lo han dicho. Y si no les crees, y tienes toda la legitimidad para hacerlo, ¿qué mejor manera que acercarte y decírselo? Eso sí, quien pregunta ha de quedarse a escuchar la respuesta.

Sí, unas siglas que son dos te dicen que solos no pueden, y que mejor contigo, y que primero tú y detrás ellos para empujarte hacia donde te escuchen. Podemos seguir negando que este es el giro que estaba haciendo falta pero entonces y para estar a la altura de nuestra cerrazón, tendremos que ir pensando en mejores argumentos para negar el cambio cuando llegue.

Ay, y estos argumentos se parecen tanto a los del otro lado de la línea roja que... definitivamente, sobran. Y nos entran retorcijones solo de pensar en que vamos a usarlos y regalarles más espacios.

Porque son los nuestros, y a por ellos vamos. O estamos yendo, que en el gerundio ya está el éxito.

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