La apuesta de Ciudadanos por Manuel Valls

Rivera cree que ganar al independentismo y a Colau en Barcelona le conducirá a la Moncloa

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, junto al exprimer ministro francés Manuel Valls, el día de Sant Jordi, en Barcelona.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, junto al exprimer ministro francés Manuel Valls, el día de Sant Jordi, en Barcelona. / FERRAN NADEU

Joan Tapia

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La candidatura a la alcaldía de Barcelona de Manuel Valls, nos enfrenta a la poliédrica y compleja realidad. Cs no solo fue el primer partido catalán el 21-D, sino que Albert Rivera, guste o no guste, es uno de los políticos con más profesionalidad y el catalán que más posibilidades tiene de -por méritos propios- ser presidente del Gobierno. Más que en su momento Narcís Serra con la conexión Felipe, o Miquel Roca con CDC-Pujol.

Su capacidad personal se ha probado, pues ha escalado en soledad, sin encuadrarse en ningún aparato fuerte (PP, PSC, CDC). Como candidato de un partido 'outsider', en el 2006 se tuvo que desnudar para sacar 89.000 votos y 3 diputados. Repitió en el 2010, cuando Artur Mas derrotó a José Montilla. Luego, en el 2012, obtuvo 9 contra Mas-Moisés; 25, con Inés Arrimadas de candidata en el 2015 contra el independentismo, y 36 y el 25,37% del voto, el 21-D. Cs ha multiplicado por 12 sus escaños catalanes en 12 años.

En el 2015, entró en el Congreso de Madrid y siguió en el 2016 con 30 diputados y el 12,9% de los votos. Ahora las encuestas le dan ganador con el 28,5% y 114 diputados, 30 más que el PP, según la encuesta del domingo de EL PERIÓDICO.

Y su ambición le lleva a lanzar la candidatura de Manuel VallsManuel Valls, que fue nada menos que primer ministro francés y la esperanza del socialismo galo. Si el 21-D de Arrimadas le ha convertido en el primero en las encuestas para las legislativas, el efecto Valls, si batiera al independentismo y a Colau-Podemos, podría sentarle en la Moncloa.

Sopapo al provincianismo

Además, Valls imprimiría competitividad a la campaña. Un sopapo al provincianismo al uso. Que un político francés fuera alcalde sería también una victoria europea. Paracaidismo sin fronteras nacionales. Y colocaría a Barcelona en buena posición por el glamur y capacidad de conexión mundial de los alcaldes. Un activo.

Pero hay pegas. La primera -grave-, que desconoce la ciudad, sus instituciones y sus barrios. La segunda, que es más brusco que inteligente. Ser primer ministro socialista y declarar que "el socialismo ha muerto" no es coherente. Aunque fuera cierto. Y querer expulsar de Francia a los "binacionales" de mala conducta fue una de las propuestas que arruinó su prestigio (y el de François Hollande) entre los que no creen que el orden sea el objetivo supremo. Y decir sobre los que delinquen que "explicar ya es querer excusar" es algo simplista. Por eso Valls fracasó en Francia y perdió las primarias socialistas ante un oscuro contrincante que ya nadie recuerda.

Peca de parisino

Valls sería un candidato 'first class', pero de reflejos bruscos. Barcelona necesita mucho pacto y saber integrar. Y peca de parisino. Para el alcalde de Barcelona -Jordi Hereu y Xavier Trias lo saben- los fines de semana son laborables. No puede ser cliente del puente aéreo a París. ¿Será al final candidato?

La propuesta Valls es una muestra más de la inteligencia y capacidad de marketing de Rivera. El centroliberal necesita engordar. Pero no adelantando a Mariano Rajoy por la derecha. Este oportunismo es más peligroso que la brillante apuesta por Valls.