EL ANFITEATRO

No apta para fans de Edita Gruberova

Karine Deshayes y Celso Albelo triunfan en Montpellier con una versión rara de 'I puritani', de Bellini

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ROSA MASSAGUÉ

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¿Tiene sentido resucitar versiones raras o poco habituales de óperas bien conocidas y trilladas? La mezzosoprano Cecilia Bartoli nos dijo que sí con su ‘Norma’, de Bellini, en Salzburgo, interpretando el papel protagonista de la sacerdotisa gala, un papel para soprano. Ahora, otra mezzosoprano, Karine Deshayes, ha repetido experimento con otra ópera del compositor catanés interpretando el papel de Elvira, de la ópera ‘I Puritani’, junto al tenor Celso Albelo, en el Festival Radio France Occitanie Montpellier.

Bellini, compuso ‘Norma’ para Giuditta Pasta, una cantante con un registro muy amplio que iba desde las notas graves de una contralto a las más agudas de una soprano. Una nueva edición crítica de la partitura autógrafa justificaba la inmersión de Bartoli en aquel papel y, a decir verdad, aunque sonaba algo raro el resultado era excelente.

De ‘I puritani’, la ópera que nos ocupa, Bellini compuso dos versiones, una para París, con soprano, que se estrenó en 1835, y otra para el Teatro San Carlo de Nápoles que debía ser estrenada por María Malibrán, la otra gran diva del momento que también, como la Pasta, disfrutaba de un amplio registro al que el compositor adecuó la partitura. Pero la muerte, primero de Bellini y después de la Malibrán, impidió que aquella versión llegara al escenario napolitano o a ningún otro hasta 1985 que lo hizo en Londres, en versión concierto, tras descubrirse aquellos ‘puritanos’ distintos.

Además de la escritura para una mezzosoprano de muy amplio registro, esta versión tiene otras diferencias. Está estructurada en dos actos en vez de tres y, como en el momento del encargo napolitano Bellini no tenía un barítono para el papel de Riccardo, reescribió esta parte para tenor. En esta versión falta además el final patriótico del segundo acto parisino con un canto a la libertad, algo que el absolutismo más retrógrado de los Borbones napolitanos no podía permitir.

Con el tiempo la voz de Deshayes evoluciona hacia una tesitura ambigua lo que le permite transitar sin dificultad por el amplio registro. Ella misma considera que esta Elvira, que interpretaba por primera vez, es la prolongación de su repertorio tras haber cantado este año ‘Armida’, de Rossini, un papel con la misma tesitura. Sin duda, la Elvira de esta versión no es apta para el club de fans de Edita Gruberova, por ejemplo.

La interpretación de la 'versión Malibrán'  fue un rotundo éxito y acabó con el público puesto en pie, pero ello no significa que no hubiera algún problema. Una versión en concierto como la que se ofrecía tiene el inconveniente de que no resulta fácil transmitir emociones cuando se necesita algo más que la voz para hacerlo. Este era el caso de la escena de la locura en la que vocalmente Deshayes estuvo a la altura, pero faltaba aquel plus de emoción que da el teatro representado.

Otro inconveniente tratándose de una obra nueva para el intérprete es la necesidad y/o seguridad de consultar la partitura en el atril lo que puede ir en detrimento de la expresividad. Y no ayuda, como ocurrió al principio de la interpretación, que hubiera algún desajuste con el director, con Jader Bignamini al frente de la Orquesta nacional Montpellier Occitanie.  

Celso Albelo no tenía problemas de partitura. Su parte, la de Arturo, es prácticamente igual en la versión de París que en la de Nápoles y la primera, la clásica, la ha cantado varias veces esta temporada recién acabada en varios escenarios italianos con un público siempre muy exigente con este repertorio. El tenor canario se mostro contenido en el primer acto y tan incómodo con el calor que ya venía sufriendo desde los camerinos que se quitó el corbatín y lo dejó en el atril antes de que finalizara aquel acto. En el segundo, Albelo dejó atrás la contención luciendo su hermosa voz, sus agudos bien colocados. Comunicaba bien con Deshayes a medida que la ópera avanzaba hacia su conclusión.

Esta interpretación de la versión napolitana de ‘I puritani’ permitió conocer una voz fresca, bonita, con una emisión clara, buena dicción y buen fraseo. Era la del tenor estadounidense René Barbera en el papel de Riccardo, papel que por sí mismo era una novedad en su versión para esta voz. De todas las reunidas en el escenario de la Ópera Berlioz de Montpellier, resultó ser la más belcantista.

El bajo Nicola Ulivieri fue un excelente Giorgio. Completaban el reparto Chiara Amarú (Enrichetta), Dmitry Ivanchey (Bruno) y Kihwan Sim (Gualtiero). Reforzaba al Coro de la Ópera nacional Montpellier Occitanie el Coro de la Radio Letona.   

Ópera vista el 15 de julio.

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