EL RIESGO EN LA SOCIEDAD DE HOY

Aprender de la gestión de emergencias

Tanto la Administración como los ciudadanos deben mejorar la respuesta en las situaciones de crisis

DANIEL ORTIZ

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La nevada del 4 de febrero y su efecto de colas de hasta seis horas en algunas de las principales vías troncales del país volvieron a poner el foco sobre la gestión de las emergencias. Recientemente, la crecida del Ebro, con el consiguiente riesgo de inundaciones y sus efectos potencialmente catastróficos, ha mantenido en máxima alerta durante un par de semanas a las comunidades de Navarra y Aragón y a las Terres de l'Ebre.

En ambas situaciones, puntualmente se ha hablado y escrito mucho sobre la gestión de la crisis, pero la calidad del debate ha sido más bien baja, y, como ocurre a menudo en estos casos, ha quedado reducida a un simple pim-pam-pum político y mediático entre las distintas partes implicadas. Por eso resulta oportuno preguntarse: ¿qué hemos aprendido sobre la gestión de emergencias? Vayamos por partes y tratamos de ordenar algunas ideas básicas.

Primero. Las crisis son, por definición, situaciones excepcionales, inciertas y complejas. Por tanto, no hay soluciones simples, ni evidentes, ni universales.

Segundo. El riesgo cero no existe. Como sociedad debemos trabajar y esforzarnos para minimizar el riesgo, pero como la protección tiene un precio y los recursos no son ilimitados, es necesario tomar conciencia y promover un debate social sobre los niveles de seguridad que queremos. No tiene sentido querer absolutizar el concepto de seguridad.

Tercero. En la gestión de una crisis intervienen siempre muchos actores, que podemos agrupar en tres colectivos principales: el Gobierno (servicio meteorológico, protección civil, bomberos, policía, etcétera), las empresas (suministros básicos, transporte , industria, etcétera) y la propia ciudadanía. Hay una actitud proactiva y corresponsable por parte de todos los agentes.

Cuarto. Para resolver adecuadamente una crisis hay que empezar a trabajar en ella mucho antes de que se produzca. El esfuerzo para prevenir, anticipar y minimizar los impactos de las crisis es fundamental. De ninguna manera se puede decir: "estamos igual que hace 15 años", pero es cierto que todavía tenemos un gran margen de mejora en la preparación y la coordinación de las crisis. En el caso del Ebro, por ejemplo, se ha puesto de manifiesto la necesidad de mejorar la coordinación entre la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), los ayuntamientos y las compañías eléctricas para regular los embalses y el caudal del río.

Quinto. 'A la vora del riu, no t'hi facis el niu'. Tendemos a ridiculizar o ignorar la sabiduría popular, pero lo cierto es que el urbanismo es crucial, y la mayor parte de los riesgos asociados a la crecida del Ebro se podrían evitar simplemente impidiendo la construcción en zonas inundables. Los expertos hablan de ciclos fluviales de 15 o 20 años. ¿Demasiado tiempo, tal vez, para una sociedad con tan poca memoria?

Sexto. Los expertos constatan un aumento de los comportamientos inconscientes, temerarios o directamente irresponsables de una parte de la ciudadanía. ¿Cómo es posible que las recomendaciones más frecuentes de los equipos de rescate en alta montaña de los Bombers de la Generalitat sean «consulte la previsión meteorológica antes de salir a la montaña» y «asegúrese de que dispone del equipamiento adecuado»? ¿No deberían formar parte esos consejos de las más elementales medidas de prudencia por parte de los excursionistas?

Séptimo. También se percibe un incremento desmesurado de las exigencias ciudadanas hacia los poderes públicos. No puede haber una máquina quitanieves ante cada casa. No tiene sentido esperar que la previsión meteorológica nos anticipe con total exactitud el lugar y la hora donde empezará a nevar. No puede ser que alguien llame a los bomberos, a media mañana de un día soleado, solo porque ha extraviado el camino de regreso y llegará tarde al restaurante donde había quedado para comer con sus amigos.

Octavo. Después de la nevada se repitió con insistencia que habría que "haber cortado las carretera"» y "haber impedido el acceso de los camiones". Una decisión como esta requiere valorar cuidadosamente una serie de factores, pero también hay que tener presente que la movilidad es un derecho básico de ciudadanos y empresas y no se puede impedir sin más. ¿Qué pasa si después, pese a las previsiones, no nieva? Es lo que sucedió en Nueva York en enero: se decidió cerrar el metro, la tormenta de nieve fue muy inferior a lo esperado y después las críticas fueron durísimas.

Noveno. En Catalunya nos falta cultura de seguridad y sentido de la autoprotección. A veces, incluso parece que el concepto de seguridad tenga unas determinadas connotaciones ideológicas. Todo ello resulta preocupante y es síntoma de inmadurez.

Décimo. Hay que concentrar los esfuerzos en la investigación de las causas más que en la búsqueda de los culpables.