Al contrataque

Antídotos para la depresión

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Escuché al muy elocuente Andrew Solomon a su paso por Madrid. Es un elegante caballero estadounidense autor de libros muy gordos como Lejos del árbol, en el que habla de padres que han tenido hijos distintos de ellos mismos y de lo que esperaban, sea por su discapacidad, por su orientación sexual, por enfermedades, y de cómo han aprendido a construir una familia y a amarlos desde esa diferencia. En El demonio de la depresión El demonio de la depresiónhabla de ese mal contemporáneo tan común como difícil de combatir. Elabora sus libros mediante cientos de entrevistas a quienes viven esas experiencias o son expertos en ellas y se lanza a fondo en sus investigaciones porque le afectan: ha sido un hijo diferente por su condición de gay y también ha padecido severas depresiones.

Contaba Solomon que la depresión es la enfermedad de la soledad, te aísla incluso de ti mismo porque te arrebata lo poco que te gustaba de ti. Te hace sentir que no das nada al mundo y que el mundo tampoco te ofrece casi nada. Has dejado de encajar y sientes que nunca volverás a formar parte de él. Pero también habló de salidas, de lo que las artes pueden aportar para paliar la depresión. Dijo que cuando estamos muy tristes nos gusta escuchar, leer, contemplar obras de arte también muy tristes, no para regodearnos en nuestros sentimientos negativos sino para encontrar el reconocimiento y descubrir que alguien alguna vez sufrió lo mismo que hoy padecemos nosotros. La obra de arte nos anuncia que no estamos tan solos como la enfermedad nos hace creer. Gracias a esa novela, sinfonía, canción, película, cuadro, podemos atisbar la posibilidad de romper nuestro aislamiento porque a lo mejor también podemos contemplarnos desde fuera y poner en palabras lo que era una masa informe e inarticulada. La cultura da un punto de arranque para avanzar.

Creencias erróneas

Ese descubrir que conectamos con el trabajo de otros nos reconecta a su vez con la vida porque abre posibilidades, y creer que hay opciones nos cura. Recuperar la confianza en que las cosas mejorarán es el mayor caudal de riqueza para un ser humano. Aunque haya otros elementos que predisponen a la depresión, como nuestras circunstancias personales o sociales o nuestra biología, para superarla hay que sustituir creencias erróneas por creencias nuevas y aprender a tener fe en nosotros mismos y en los demás. Andrew Solomon advierte en el prólogo de que no es ni médico, ni psicólogo, ni filósofo, que su libro es personal y nació de una experiencia íntima, pero este dato precisamente es el que más puede ayudar a los lectores. Alivia, consuela que de una vivencia tan negativa pueda surgir algo tan rico. Mientras los escritores escriban, los músicos compongan y los artistas pinten no estaremos solos.