La UE ante el reto de los refugiados

Europa ha optado por vallar sus fronteras y contratar a otros países para que retengan a los inmigrantes

Un niño sirio, en un campo de refugiados lleno de nieve cerca de Atenas.

Un niño sirio, en un campo de refugiados lleno de nieve cerca de Atenas.

ELISEO OLIVERAS

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La actuación de la Unión Europea (UE) ante la actual ola de refugiados e inmigrantes se ha caracterizado por: reforzar la Europa-Fortaleza para intentar impedir las llegadas, subcontratar la gestión de los flujos migratorios a países vecinos (Turquía, Libia, Níger) para que impidan su partida hacia Europa y la negativa de la mayoría de estados de la UE a asumir un reparto equitativo de los refugiados.

Los líderes europeos confían que la actual crisis migratoria sea un fenómeno pasajero fruto de la guerra civil siria, pese a que sólo el 20,5 % de los 387.739 llegados a Europa en el 2016 procedían de Siria. La persistencia de conflictos, represión y pobreza en la periferia de la UE apunta a que esta ola migratoria es el inicio de un movimiento que irá a más aunque sólo sea por la explosión demográfica en marcha en el África subsahariana y que podría acentuarse si empeoran la desestabilización en Oriente Medio o los efectos negativos del cambio climático.

La ministra europea de Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, ya advirtió en 2015 que la ola migratoria había llegado para quedarse y que había que asumirlo para gestionarla adecuadamente. Pero la mayoría de los países de la UE, salvo los que han acogido a más refugiados, siguen sin prepararse para un aumento de la población extranjera en su territorio, ni destinan fondos adicionales para educación, sanidad, vivienda social y ayudas sociales, ni para integrar a los inmigrantes que ya residen en el país.

Para cortar el acceso de los refugiados al corazón de Europa desde Grecia y Turquía, se han levantado vallas en Hungría, Austria, Eslovenia, Bulgaria y en las fronteras de Macedonia y Turquía (también hay en Ceuta y Melilla). Además Francia, Alemania, Austria, Dinamarca y Suecia han reintroducido controles en sus fronteras, suspendiendo temporalmente el acuerdo de libre circulación de Schengen.

Las operaciones de patrulla naval en el Egeo (Poseidon) y el Mediterráneo central (Sophia) lograron salvar 110.000 vidas en el 2016, según la UE. Pero no han servido para frenar la ola migratoria, ni la actividad de las mafias del tráfico de seres humanos, porque estas patrullas no pueden actuar en aguas territoriales de otros países, ni devolver inmediatamente a los rescatados. Su efecto sobre las mafias ha sido que envíen a los inmigrantes en naves cada vez más precarias. La operación europea Sahel Níger y el uso de fondos del desarrollo para financiar controles de fronteras y cuerpos policiales en los países africanos tampoco han logrado hasta ahora cortar las rutas migratorias clandestinas.

POLÉMICO ACUERDO CON TURQUÍA

La medida más efectiva para frenar la ola migratoria hacia la UE ha sido el polémico acuerdo con Turquía de noviembre del 2015, por el que Ankara redujo drásticamente la actividad de las mafias que transportaban refugiados a las islas griegas a cambio de una ayuda europea de 6.000 millones (2015-2018) y de la acomodación de la UE a su deriva autoritaria. Pese a ello, en lo que va de 2017 ya han llegado más de 1.900 refugiados a Grecia.

La UE acaba de suscribir un acuerdo con Libia para que el Gobierno de unidad nacional de Trípoli retenga en el país a los inmigrantes y refugiados que quieren llegar a Europa y los interne en centros mientras se estudian sus demandas de asilo. El plan de la UE soslaya que el país es un caótico estado fallido, que el Gobierno solo controla una fracción del territorio y que las milicias y las mafias cometen todo tipo de abusos con los inmigrantes (detallados en un informe del Ministerio alemán de Asuntos Exteriores). La Comisión Europea también ha planteado instalar un centro de recepción de refugiados en Agadez (Níger).

La Europa-Fortaleza se ha completado con normas que rebajan las prestaciones y que facilitan el rechazo de demandas de asilo de las personas procedentes de países tipificados de "seguros", como los balcánicos y Turquía, y con acuerdos de repatriación, como el firmado con Afganistán a cambio de ayuda europea en octubre del 2016, con el que la UE aspira a devolver decenas de miles de afganos.

FALTA DE SOLIDARIDAD INTEREUROPEA

La crisis de los refugiados ha revelado la falta de solidaridad intereuropea. Mientras Alemania, Suecia, Austria, Finlandia y Dinamarca han asumido la mayor parte de la ola de refugiados, varios países de la UE se niegan a recibir refugiados (Polonia, Hungría, Eslovaquia, Gran Bretaña) y el resto sólo ha acogido a una fracción de los que se habían comprometido. De los 160.000 refugiados de Grecia e Italia que la UE pactó en el 2015 redistribuir sólo se han recolocado 12.374, según la Comisión Europea. En Grecia se acumulan 62.500 refugiados y en Italia la llegada de inmigrantes y refugiados creció el 18% en el 2016 hasta alcanzar la cifra récord de más de 181.000.