Al contrataque

Un año más

En la Moncloa han renunciado totalmente a seducir al discrepante, y los partidarios del referéndum también están haciendo algunas cosas mal

Ofrenda floral de la izquierda abertzale con la presencia de Arnaldo Otegi.

Ofrenda floral de la izquierda abertzale con la presencia de Arnaldo Otegi. / periodico

CRISTINA PARDO

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Un año más, cientos de miles de personas han salido a la calle en la Diada para pedir que les dejen votar sobre su independencia de España y para defender el 'sí'. Un año más, no ha sido la fiesta de todos, porque los del 'no' se sienten ajenos a la gigantesca manifestación con 'estelades'. Un año más, los pesos pesados de la Generalitat se ponen al frente de la reivindicación. Y un año más, el Gobierno central se refugia en una hipotética bajada de la participación en la marcha, como si estuviéramos ante un fenómeno puntual que el tiempo desinflará por arte de magia.

Sin embargo, y aunque son episodios que se repiten últimamente como cada año, no es un año cualquiera. Los partidos independentistas han impulsado la consulta en el Parlament, lo que supone un incumplimiento flagrante de la Constitución. Lo de menos es ya si vuelven a utilizar urnas de cartón. Lo más importante es que cada año dan un pasito más hacia el referéndum. Ellos, año tras año, tienen un relato muy bien construido sobre sus intenciones. El único relato del Gobierno central es el del cumplimiento de la ley; un discurso que no ha servido de nada hasta ahora.

Rajoy espera y no hace nada

Pensar que solo con las resoluciones del Tribunal Constitucional se puede parar la reivindicación del independentismo es un error. Es un comportamiento propio de Rajoy: esperar, no hacer nada, apelar al sentido común. Eso puede servir para frenar a los políticos, pero no a los ciudadanos. En la Moncloa han renunciado totalmente a seducir al discrepante. Ese es otro error. Y aún hay otro, que están cometiendo fundamentalmente PP y Ciudadanos. Han decidido centrar parte de sus esfuerzos en presionar a Ada Colau para que no abra los colegios electorales el 1 de octubre. Y lo hacen a pesar de que la alcaldesa de Barcelona está, de momento, resistiendo la presión de los independentistas. Con una calculada ambigüedad, vale. Pero PP y Ciudadanos, en lugar de señalar a la Generalitat por querer empujar a Colau a incumplir la ley, ponen a la regidora en el punto de mira de quienes tratan de sacar tajada de su indecisión.

Porque los partidarios del referéndum también están haciendo algunas cosas mal. Aparte de los modos autoritarios exhibidos en el Parlament y del trato poco exquisito que reciben los contrarios, han aceptado de buen grado la presencia de Arnaldo Otegi en la Diada y en otros actos por la causa. Mientras se abucheaba a los que se oponen a la consulta, se toleraba y se jaleaba al dirigente aberzale. A mí me resultaría profundamente incómodo coincidir en cualquier planteamiento con alguien como él. Ya no digo nada si encima se pavonea en defensa de mi causa. Con algunos compañeros de viaje, ni a la vuelta de la esquina.