ANÁLISIS

Un escenario de gran complejidad

Las perspectivas de cambio en el mapa político español complican aún más el escenario electoral en Catalunya

ÀNGELS PONT. Directora del GESOP

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A siete meses de las elecciones catalanas, el escenario electoral se complica y cada vez la dispersión y la fragmentación del voto son mayores. Hoy CiU sería el partido más votado, pero solo tendría el respaldo del 20% de los votantes. Relativamente cerca quedarían ERC y Ciutadans; el partido de Oriol Junqueras superaría en escaños al de Albert Rivera, pero este lograría más votos que los republicanos. De hecho, algunos de los cambios más relevantes que pone de relieve el Barómetro tienen que ver con esas dos fuerzas.

ERC obtiene su intención directa de voto más baja desde las elecciones del 2012 y, por primera vez en esta legislatura, su registro de intención de voto es inferior al del recuerdo. Este retroceso respecto a barómetros anteriores se refleja también en la valoración de Junqueras, que obtiene un aprobado justo y la puntuación más baja desde que ostenta el liderazgo del partido. Por otra parte, Ciutadans continúa con su tendencia ascendente del último año, vuelve a lograr su máximo en intención directa de voto (siete décimas por debajo de CiU) y su líder, pese a quedar lejos del aprobado, mejora su valoración en casi un punto, un aumento que habrá que ver si se consolida en próximos sondeos. Esa mejoría se reproduce al preguntar por las preferencias para presidente: por primera vez, Albert Rivera aparece en segundo lugar, tres puntos por debajo de Mas y un punto y medio por encima de Junqueras.

Pero también CiU retrocede y pierde lo que había ganado después del 9-N. Su intención directa de voto es una de las más bajas de la legislatura, y Artur Mas, con un 4,5 sobre 10, obtiene su peor valoración de la serie. Si bien los indicadores ponen de manifiesto una mejoría en la percepción de la situación del país y en las expectativas de futuro, ello no repercute en una mejoría de la valoración de la gestión del president y de su gobierno. De hecho, un 44% la califica como mala o muy mala frente al 24% que la valora positivamente.

El retroceso de ERC y CiU hace que la suma de ambas fuerzas quede lejos de la barrera de los 68 escaños, de manera que el independentismo solo tendría posibilidades de sumar mayoría absoluta contando con la CUP, que, de los tres, es el único que presenta una clara tendencia al alza en los últimos meses. Una cierta confusión en torno a la evolución del proceso, del significado de las elecciones y de los efectos del propio debate soberanista, así como dudas sobre cómo acabará, explican parte del estancamiento del bloque favorable a la independencia. Pero este es consecuencia también del empuje que Ciutadans y Podem están dando al bloque no independentista, que globalmente se vuelve a situar cerca de los resultados de los partidos no nacionalistas años atrás, en los mejores momentos de los socialistas.

De hecho, es curioso comprobar que la intención directa de voto de estas tres fuerzas coincide bastante con la que tenía el PSC por sí solo antes de la aparición de Ciutadans en el 2006. En cualquier caso, no es que se incremente el bloque no independentista; más bien existe una reactivación que lo lleva de la desmovilización a tomar partido. De hecho, los datos relativos al sentimiento independentista siempre han puesto de manifiesto una gran igualdad entre los que se sienten independentistas y los que no.

Ahora bien, el reforzamiento del bloque no soberanista de manos de Ciutadans y Podem está ligado también a la convulsión política que sufre el mapa electoral español y a las buenas perspectivas que presentan estos partidos en el conjunto del Estado. Podem parece competir mano a mano con los grandes partidos españoles y Ciutadans va creciendo progresivamente, con un candidato cada vez más conocido y que, de hecho, es el más valorado en el conjunto de España según algunas encuestas. Parece, pues, que las dudas en torno al debate independentista, que no se encuentra en su mejor momento, y la perspectiva de cambio que se ha abierto en España complican aún más el escenario electoral catalán y, en consecuencia, la posibilidad de sumar mayorías parlamentarias sólidas para gobernar.