La enseñanza de la historia en los libros de texto

Anaya contra Machado y Lorca

Existe un empeño demasiado generalizado en olvidar el franquismo y la brutalidad que generó

IAN GIBSON

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Se trata de la editorial de libros educativos más potente de España, integrada desde el 2004 en el grupo Hachette. Es decir, de la editorial española por antonomasia de textos orientados hacia la formación de futuros ciudadanos. Por ello lo que acaba de pasar es realmente lamentable, un indicio más de un demasiado generalizado empeño, consciente o no, de abogar por la amnesia y el olvido del franquismo y su brutalidad.

El hecho es que, en el 2011, Anaya publicó un libro de Lengua Castellana dirigido a niños del ciclo inicial de primaria, niños de 6 años, en el que la información sobre los sendos tristes finales de Federico García Lorca y Antonio Machado se tergiversaba de forma grotesca. Según se ha publicado, la nota sobre el granadino evitaba su fusilamiento por los sublevados y señalaba que «murió cerca de su pueblo, durante la guerra en España». Ello me ha recordado su partida de defunción, redactada en 1940 por quienes ganaron la contienda: «Falleció en el mes de agosto de 1936 a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra». ¿Una bala extraviada? En cuanto a Machado, el anónimo autor del texto escribe: «Pasados unos años se fue a Francia con su familia. Allí vivió hasta su muerte» (¡cuatro semanas después!).

Los responsables de la editorial no parecen dispuestos a pedir disculpas. Alegan, al parecer, no haber recibido quejas de padres o profesores, y aunque han retirado el manual, dicen que ha sido ¡únicamente por la polémica generada! «Un niño de 6 años no entiende qué es el exilio, por eso no se le dan más detalles», ha comentado un portavoz de la empresa. «El profesor, si quiere, amplía la información». Ah, ¡si quiere! ¿Y si no quiere? Se supone que un niño de 6 años tampoco es capaz de entender lo que es un fusilamiento. Además, si no figura la palabra en los textos, y tampoco «exilio», ¿cómo va a preguntar qué significan?

LO OCURRIDO es comparable con el patético espectáculo que nos proporcionó no hace mucho la Real Academia de la Historia con su Diccionario Biográfico Español y los intolerables panegíricos que contenía de figuras como Francisco Franco Bahamonde, José Antonio Primo de Rivera o Escrivá de Balaguer. En ambos casos, uno se pregunta cómo fue posible que nadie levantara la voz de alarma a tiempo, que nadie supervisara los textos antes de que se hiciesen públicos. Por cierto, el director de la Academia, Gonzalo Anes, que ya ha pasado a mejor vida, nunca pidió disculpas, que yo sepa, por aquel bochornoso atropello y la desconsideración que suponía hacia los otros colaboradores de tan magna empresa biográfica, en su gran mayoría profesionales dignos.

Luis Naranjo, director general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, ha criticado duramente el «eufemismo insoportable» de los comentarios en cuestión. «Traicionan -puntualiza- la verdad histórica y no cumplen con unos mínimos estándares de rigurosidad para su estudio en las aulas».

Ahora es el momento de aplicar parches, como en el caso del Diccionario Biográfico. Por lo visto, Anaya les ha pedido a sus colaboradores que hagan otra redacción de los textos defectuosos para una nueva edición del libro. ¿Y el resto del manual? ¿No es posible que contenga más silencios o manipulaciones aún no denunciados? Ya verán ustedes, de todas maneras, que dentro de unos meses todo se habrá olvidado. Uno se pregunta una vez más cómo hemos llegado hasta aquí después de tanto sacrificio, tanto sufrimiento y tanta esperanza.

Machado y Lorca son los dos máximos símbolos de la destrucción de la República y de la tragedia de la guerra civil y sus imborrables secuelas. En el caso del primero, hay quienes quieren traer sus restos desde Francia o bien a la capital andaluza, su lugar natal, o al cementerio civil de Madrid. Si lo lograsen, y espero que no, desaparecería poco a poco el recuerdo de sus últimos días, de la atroz caminata hacia la frontera rodeado de miles y miles de personas aterrorizadas, del desvarío de su anciana madre («¿estamos llegando a Sevilla?»), del dolor del destierro, del fin de todo. Además sería una afrenta a los vecinos de Colliure.

Por lo que le toca a Lorca, Machado le deseaba un túmulo en la Alhambra con la inscripción El crimen fue en Granada, en su Granada. Pero el poeta sigue desaparecido, la más célebre y más universalmente llorada de las 130.000 víctimas del franquismo que todavía yacen abandonadas en cunetas y fosas comunes. Tras la frustrada tentativa de localización de sus despojos en 2009, con financiación de la Junta de Andalucía, hay en marcha otra búsqueda en un paraje cercano. Espero, para el bien de España y para el mundo, que resulte fructífera. 

Escritor.