EL RETO DE LA DIADA

Amor, pobreza y guerra

Por primera vez hay catalanes no nacionalistas que ven en la independencia una salida económica

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JORDI PUNTÍ

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Hace unos cuantos años,Christopher Hitchenspublicó una recopilación de sus ensayos -siempre ingeniosos, inteligentes y polémicos- y lo tituló con estos tres nombres:Amor, pobreza y guerra.En la introducción del volumen explicaba que, según un antiguo proverbio, la vida de un hombre es incompleta si no ha experimentado estas tres vivencias. Amor, pobreza, guerra: son palabras gruesas, que de alguna manera están emparentadas con otro trío más popular, salud, dinero y amor, es decir, la madre del cordero.

Las palabras deHitchensme vinieron a la cabeza el otro día, pensando en la manifestación convocada para hoy. Casi siempre, cuando se presenta un acto de esta magnitud, los asistentes van para reivindicar que les falta, les preocupa o indigna uno de los tres componentes. Incluso puede que la manifestación gire alrededor de dos de los elementos, con todas las combinaciones posibles. Estirando un poco más la comparación, sin embargo, podemos decir que la movilización de esta Diada será más multitudinaria porque, por primera vez en mucho tiempo, muchos catalanes sienten que los tres elementos --amor, pobreza, guerra-- están en danza .

Amor. «Como yo te amo, como yo te amo, convéncete, nadie te amará ...», cantabanRaphaelyRocío Jurado,con esa pasión y esa afectación, y casi como una réplica,Joan Caprihizo famosas aquellas palabras: «Ay , el amor... El amor se va, pero ella se queda». Se hace difícil decir si entre Catalunya y España ha habido nunca una chispa de amor. Como mínimo desde la transición, más bien hay que verlo como un matrimonio de conveniencia —muy pequeñoburgués, eso sí, muy decente— que hace años que se soporta todos los defectos y reproches. La impresión de muchos catalanes, sin embargo, es que ahora más que nunca España se queda por quedarse, a cambio de nada, abusando de la confianza. InclusoJordi Pujol,que se pasó dos décadas guardando las apariencias y haciéndose el encontradizo, se ha cansado de hacerla puta i la Ramoneta(palabras suyas).

La manifestación de la Diada será como una sesión de terapia con un consejero matrimonial: un lugar donde poder expresar abiertamente el desamor. Hablando del amor, por cierto,Hitchensse preguntaba: ¿se puede amar un país? Y después decía: «Algunas cosas no hay que afirmarlas públicamente, y hay un no sé qué sospechoso en aquellos que lo muestran con demasiada vehemencia».

Pobreza. Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana. Los recortes del Govern y los del Gobierno español, el aumento de los impuestos, el desempleo y la dificultad de llegar a fin de mes, combinados con la corrupción política y el descrédito de los gobernantes, llevarán a mucha más gente a manifestarse por la Diada. El bolsillo está por encima de las ideologías y, por primera vez, hay catalanes no nacionalistas que ven la independencia como una salida económica. Las cifras cantan, al igual que las encuestas sobre intención de voto, y un año más desde Madrid simulan sordera cuando se trata de publicar las balanzas fiscales.

A pesar de la euforia del independentismo ante la llegada de los simpatizantes económicos —¿podemos llamarlos así?—, a los escépticos se les planteará más de una duda. ¿Cómo, por ejemplo, los organizadores de la manifestación aceptan que participen los partidos políticos e incluso se pide la presencia deArtur Mas?¿La situación de asfixia que ha provocado el Gobierno español convierte a los partidos catalanes exclusivamente en víctimas? E incluso, en el panorama que resultaría de una Catalunya independiente, ¿qué lugar tendrían los no nacionalistas que votasen a favor solo por urgencia económica? Días atrás, por ejemplo, en un artículo en estas páginas, una voz razonada como la deRamon Folchpropugnaba la independencia, pero caía en esa distinción discriminatoria entre «los catalanes de toda la vida» y los «nuevos catalanes llegados de todas partes».

Guerra. Aún queda algún militar senil que sueña con tanques cuando le hablan de la independencia, pero la guerra de verdad es otra, más cotidiana y más psicológica. Es una guerra que desde hace años se mueve en el territorio de los símbolos, de los gestos para la galería y de las banderas, que poco a poco ha ido conquistando estados de ánimo, a favor y en contra. Así, durante muchos años España (estado mental) ha buscado reducir el conflicto económico y amoroso a una serie de tópicos simbólicos, y la gran mayoría de políticos catalanes les hacían el juego; parecía que se enfadaban mucho y levantaban la voz, pero al final no pasaba nada, el rendimiento electoral inmediato les resultaba más atractivo.

La crisis de los últimos años ha extremado las reacciones de España, que ha gastado munición en territorios sensibles como la lengua, el concepto de nación o la financiación autonómica. Según las previsiones para la Diada, la respuesta de muchos ciudadanos catalanes es creer con más fuerza que la independencia es necesaria. Ahora tocará a los políticos de Catalunya decidir si todo este entusiasmo forma parte de la realidad o si es solo munición para la guerra simbólica, una vez más, y así ir tirando, tú. Escritor.