Diez años de la ley de igualdad

Se lo agradezco a las feministas

No pienso quitarle el nombre a un movimiento al que tanto le tengo que agradecer

Manifestación en el Día de la Mujer Trabajadora del 2015 en Valencia.

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LUCÍA ETXEBARRIA

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Mi madre no  estudió una carrera porque su padre no firmó un consentimiento, y no trabajó fuera de casa porque mi padre no lo firmó. Por ley, no pudo abandonar la casa paterna hasta que se casó.  Hasta 1963 el Código Penal contemplaba el derecho del marido a matar a la mujer adúltera. También recogía el deber de obediencia de la mujer hacia el marido. Mi madre no podía disponer, por ley, de sus bienes, aceptar herencias, comparecer en juicio, contratar, ser tutor de nadie, elegir el domicilio conyugal, ni siquiera mantener su propia nacionalidad, que perdió al casarse con mi padre.

De mi padre eran la administración de los bienes gananciales, y la de los bienes muebles, valores y cuentas que habían sido de mi madre hasta que se casó. Y nosotros, también éramos de mi padre. Mi madre no tenía acceso a anticonceptivos, tuvo siete hijos. Si mi madre se hubiera separado, no hubiera tenido derecho a vernos. Por ley, mi padre pudo habernos dado en adopción sin su consentimiento.

FALTAN DERECHOS

Ahora yo disfruto de derechos que mi madre no soñaba. Pero me faltan otros. Cobro el 20% menos que un hombre que hiciera igual trabajo. Me podrían preguntar en una entrevista de trabajo si planeo quedarme embarazada y podrían despedirme si lo hiciera. Tengo que escuchar a la presidenta del Círculo de Empresarios (mujer, para más inri) decir que lo mejor es no contratar mujeres en edad fértil. Y tengo que ocuparme yo solita de las tareas domésticas porque no he encontrado a ningún hombre que acceda a compartirlas conmigo, más allá de cocinar y sacar la basura.

Ayer la ley de igualdad cumplió 10 años. Gran texto legal que corre el riesgo de quedarse en declaración de intenciones. Pero yo tengo derechos que mi madre no tuvo, y creo que mi hija tendrá derechos que yo no tuve. Por eso soy feminista. Y cuando me dicen eso de que no lo llame feminismo sino igualismo les digo que no solo la RAE no acepta ese 'palabro', sino que no pienso quitarle el nombre a un movimiento al que tanto le tengo que agradecer.