El PLANTE DEL PODER JUDICIAL A TORRENT

La afrenta

Los jueces son funcionarios públicos que no pueden expresar ideas como letrados en un acto en el que están porque son magistrados

JOSEP MARIA FONALLERAS

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La ostensible fuga de miembros de la judicatura en el acto del Col·legi de l’Advocacia de Barcelona ha desatado encendidas muestras de elogio entre los que ven este arrebato de criatura mal educada como una heroica muestra de coraje democrático. Jordi Cañas, por ejemplo, ha escrito: «Por fin se dice basta a la falta de respeto, sinvergüencería y abuso de cualquier acto por parte del separatismo. No hay que ceder ni un milímetro frente a su chulería y desprecio al mínimo protocolo. ¡¡¡¡Nunca más!!!!». Con cuatro admiraciones. Cuatro. 

Más bien es al revés, ¿no? La falta de respeto, el descaro y la apropiación indebida de un acto, la chulería y el desprecio al protocolo fueron exhibidos sin ningún rubor por parte de personas que son fiscales jefes y presidentes de tribunales, también por abogados, con la decana al frente, que no tienen ningún tipo de representación popular, esencia la democracia. Los jueces son funcionarios públicos, que no pueden expresar ideas como jueces en un acto en el que están porque son jueces. No tienen legitimidad electoral porque es así como, aquí, van las cosas. A mí no me gusta (y hasta me repugna) que los diputados abandonen el hemiciclo en una votación, como protesta. Pero están en su derecho: están allí (o se van) porque hubo ciudadanos que así lo quisieron. Los jueces, no. No se puede ceder un milímetro ante la afrenta.

Parafraseando lo que dijo la decana: «La habéis hecho buena».