Relevo en la Casa Blanca

Adiós a Obama

NAJAT EL HACHMI

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En el verano del 2008 estaba en un centro comercial de California mirando unas camisetas con la cara de Obama. Se me acercó una mujer afroamericana y con una sonrisa radiante, llena de confianza, me dijo: "Cómpratela, cómpratela porque vamos a ganar". El que se acabaría convirtiendo en el primer presidente negro de Estados Unidos había sido elegido ya como candidato del Partido Demócrata y aunque la crisis estaba golpeando con fuerza el país, se respiraba un ambiente de esperanza. Existía el firme convencimiento de que un cambio enorme estaba por venir, que después de los años oscuros bajo el mandato de George Bush hijo, tocaba una nueva etapa.

El entusiasmo era contagiosos así que no solo me compré la camiseta, también una biografía de Obama para niños. En ella quedaba muy clara la importancia simbólica que representaba alguien como él, nacido de madre americana, padre de Kenia, educado en distintos lugares del mundo y fuertemente implicado en las reivindicaciones civiles de los afroamericanos. Pero el cambio simbólico a veces puede ser más fácil que los cambios reales.

Obama también marcó un momento de esperanza cuando, en junio del 2009, pronunció su discurso en la universidad de Al-Azhar. En él acababa con la retórica de confrontación entre el mundo occidental y el Islam y negaba que Estados Unidos estuviera en guerra con este último. Rompía así con la tónica imperante  del choque de civilizaciones que había legitimado desastres como la intervención en Irak. Sus palabras cerraron algunas heridas y derrumbaron muchos muros construidos a base de discursos de odio, pero a estas alturas ya podemos admitir, de nuevo, que la transformación solo se produjo en lo simbólico.   

El 9 de noviembre nos levantamos con frío y viento, Donald Trump había ganado las elecciones. Volvemos a la lógica de George Bush, pero aumentada y multiplicada. La primera potencia mundial en armamento está en manos de un ignorante que no parece tener dos dedos de frente. Qué diferencia con el verano del 2008 en que todo parecía posible.