INTANGIBLES

Adeu pont aeri, adeu

JOSÉ ANTONIO BUENO

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Soy de los primeros 40.000 usuarios del programa Iberia Plus y acabo de cumplir 25 años en él. Pero mis bodas de plata han sido más bien tristes porque Iberia ha dicho que nos abandona.

El puente es algo más que el transporte de emigrantes por horas a Madrid. Quienes cogemos un avión a Madrid una, dos o más veces por semana, todas las semanas, conformamos un pequeño “club” de privilegiados que a la vez somos unos pringados. No nos podemos quejar quienes tenemos un trabajo que nos lleva de aquí para allá, porque tenemos un trabajo y porque malo, malo no suele ser. Somos un grupo de desconocidos que compartiendo vuelo a la capital antes del amanecer y de regreso bien entrada la noche conformamos una comunidad virtual que se deshace al desembarcar y vuelve a formarse en el siguiente vuelo. Distintos pero relativamente parecidos, al menos durante unas horas. 

Hubo un tiempo en el que el asiento era libre, nos daban tarjetas de colores y los codazos no eran una metáfora. También hubo un puente “golfo” que permitía cenar en Madrid y regresar a dormir a Barcelona. Hemos coincidido con todos los altos directivos de las principales empresas catalanas y de la mayoría del Ibex35, con nuestros representantes en las Cortes, ministros y famosos. Hemos vivido atascos míticos provocados por las grandes ferias que tuvo Barcelona que traían al puente a compañeros de viaje ocasionales. Pero cuando había grandes retrasos los enfados, broncas y hasta motines generaban una complicidad difícilmente explicable.

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La llegada del AVE provocó una escisión que se ha demostrado letal. La gran virtud del puente era la frecuencia y la flexibilidad, pero el AVE fue arañando clientes ayudado por las huelgas de un sector aéreo en profunda reconversión: controladores, personal de tierra, pilotos,… conflictividad que tampoco ha favorecido la fidelidad a este servicio. Desde 2014 se han ido poniendo parches (menos frecuencia, lanzadera para vuelos trasatlánticos, muchos asientos con reserva…) que solo han acelerado su muerte.

Iberia ha anunciado que antes de final de año conoceríamos las alternativas para un puente aéreo que ha pasado de ser la línea más rentable del mundo a deficitaria. El puente ha entrado en una lenta e injusta agonía que no nos hará olvidar lo bueno de este servicio, a esos comandantes que demuestran el amor por su trabajo explicando los detalles del vuelo como si fuese el primero, a esos tripulantes de cabina que aceptan con una sonrisa las protestas de un pasaje no siempre acertado en las formas, a ese personal de tierra que nos reconocen al llegar o a la exquisita naturalidad con la que se habla catalán, incluso en la música de fondo, aunque la mitad del pasaje sea madrileño.

Puede que el puente sea un símbolo de una sociedad que ya no existe y de una Barcelona que ya no es la que era en el mundo de los negocios. Pero seguro que quienes lo hemos cogido decenas de veces al año durante muchos años le echaremos de menos.  A veces no todo cambia para mejor.