La gran 'Laia', por fin

XAVIER BRU DE SALA

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Como una seta fantástica surgió 'Laia', el 1932, cuando su autor tenía 18 años. Si algo unía la hasta entonces amarga existencia de Espriu, tocada por la desgracia sobrevenida, con sus incansables lecturas de los clásicos griegos, es la imposibilidad de ser feliz. De ser mínimamente feliz. En consecuencia, 'Laia' es una tragedia sin dioses, presidida por la ciega y obstinada brutalidad del destino, donde todo y todos procede del naufragio y al naufragio se encamina.

Como si hubiera inaugurado una maldición, la primera versión cinematográfica de 'Laia', dirigida por Vicent Lluch en 70, con Núria Espert de protagonista, fue un fiasco de arriba abajo. La 'operación Laia' pretendía transportar los fabulosos éxitos teatrales de Espriu a la pantalla, e inaugurar así un ciclo de excelencia. Muy al contrario, fue el primer eslabón de la retahíla de fracasos en que se han convertido, a lo largo de los últimos decenios, las adaptaciones cinematográficas de la literatura catalana. Siempre las mejores intenciones y unos resultados que en los casos menos desafortunados no pasan de mediocres. (¿Para cuando, ni que fuera con objeto de aprender de los errores, un ciclo completo en la Filmo?)

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Pues bien, un azar no tan aciago ha querido convertir la nueva adaptación de 'Laia', a cargo del joven ‘sinerenc’ Lluís Danés, en el fundamento de lo que podría y debería que ser una oleada de éxitos que nos endulzara el mal gusto reiterado de boca. Osadía estilística sin límites, como la del joven Espriu, abismos insondables de los muñecos humanos, sordidez coloreada y éxito de público en 'prime time'. Danés demuestra por primera vez, tras otra encendida espera, que la narrativa catalana da para mucha producción audiovisual de muy alta calidad. Solo hay que felicitar a TV3 y alentarla a relacionarse con la cultura de manera promiscua y creativa. (Y si es posible, que lo es, con menos insuficiencia de recursos).