Colau, separatista u oportunista

La hispanofobia es un complejo de parte importante de la izquierda catalana que ayuda a explicar su coqueteo oportunista con el separatismo.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, atiende a los periodistas el pasado 14 de agosto.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, atiende a los periodistas el pasado 14 de agosto. / periodico

JOAQUIM COLL

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Afirmaba la 'consellera' Neus Munté en la inauguración de ese fórum ultra que es la Universitat Catalana d’Estiu, en el que se da rienda al deseo de liquidar el castellano en la hipotética república catalana, que el proceso "está más vivo que nunca". Algo de razón no le falta. No porque la secesión haya avanzado un milímetro en los últimos meses, sino porque la vitalidad del proceso soberanista es inversamente proporcional a su capacidad de seguir dividiendo los espacios políticos. Casi todos los partidos lo han sufrido. El primero fue el PSC, cuya ambigüedad inicial le impidió ser la gran fuerza federalista que desenmascarara el carácter populista del separatismo. Ahora le llega el turno a ese conglomerado de ICV con Podemos en confluencia con los comunes de Ada Colau, todos ellos cobijados durante mucho tiempo en el derecho a decidir y en la palabrería del proceso constituyente para "cambiarlo todo".

Este agosto han pasado cosas remarcables en este sentido. Los líderes en el Parlament de CSQP, Lluís Rabell Joan Coscubiela, han sido objeto de una feroz campaña desde el mundo nacionalista, en artículos, tertulias y en la desatadas redes sociales. Se han defendido reafirmando su rechazo a la hoja de ruta unilateral de JxSí, pese a las duras descalificaciones (desde "unionistas" hasta "fachas") que les han lanzado desde el otro lado. Se ha abierto un foso insalvable entre ambos grupos. En medio de esa refriega, la alcaldesa ha dado la campanada, mostrando sus simpatías por la manifestación separatista de la Diada. "Este año hay más motivos para asistir que el anterior", ha dicho sin aclarar por qué. Estas declaraciones han desconcertado a propios y extraños tras otros gestos en un sentido opuesto, como la elección del escritor antinacionalista Javier Pérez Andújar como pregonero de les fiestas de la Mercè o la polémica sobre el papel del Born.

Muchos se preguntan si Colau se mueve por ideales separatistas o por puro olfato oportunista. ¿Cuáles son sus razones para ir a una manifestación tan exigente como la de este año, en la que se apuesta por celebrar un referéndum unilateral? Es evidente que ella representa una versión actualizada del "putaramonismo", como escribía Josep Martí Blanch en EL PERIÓDICO. Pero también hay algo más. En Colau se da esa especie de "nacionalismo negativo" que describía George Orwell en un ensayo muy poco leído, 'Notas sobre el nacionalismo'. En el caso de la alcaldesa esa negatividad se llama hispanofobia, una actitud hostil y refractaria a todo lo que sea español, que sigue asociando al franquismo. Lo hemos visto, por ejemplo, en su oposición a que hubiera pantallas en la calle para ver los partidos de la selección española. Es un complejo que arrastra una parte importante de la izquierda catalana y que ayuda a explicar su coqueteo oportunista con el separatismo.